viernes, 10 de mayo de 2013

La decisión correcta.- 8º capítulo.

“Las decisiones más difíciles, son las  que entran en juego las personas que más queremos"                                                                                                                                          -                                                      Antonio Cabado

- Él, no está aquí.- susurró Rayne.
Amy resopló y miró a su mejor amiga. Rayne, puso los ojos en blanco y luego miró a un punto sobre su cabeza y sonrió. Amy se giró y siguió su mirada, y al darse cuenta de que se trataba se quedó de piedra. Ryder, estaba al otro extremo del aparcamiento y caminaba directamente hacía ellas.
Amy observó su andar sinuoso. Parecía un depredador esbelto y letal. Llevaba los pulgares metidos en los bolsillos delanteros de los vaqueros, y caminaba totalmente ajeno a las chicas que suspiraban y babeaban a su paso. Amy, intentó imaginarse el motivo de por qué, Ryder White, estaría por allí, pero no se le ocurrió nada.
Fascinada por la armonía de sus movimientos, observó atentamente cómo se acercaba y se paraba justo delante de ellas. Prendió la respiración mientras él las inspeccionaba, primero miró a Rayne y luego la miró a ella con más atención. Asintió y luego suspiró.
-¿Dónde está, Darren?- soltó ella sin pensarlo.
- ¿Cómo quieres qué lo sepa? Acaso crees que lo tengo pegado al trasero todo el día ¿o qué?- contestó él, con la ira reflejada en la voz.
Amy, intentó mostrarse indiferente, pero, aun así, él pudo ver que su comentario la amonestó.
Rayne se aclaró la garganta y los dos la miraron con el ceño fruncido.
-Oh.- dijo Amy, percatándose de que aun no los había presentado- Rayne, este es Ryder White.
Su amiga sonrió de oreja a oreja y le extendió la mano cortésmente, Ryder le estrechó la mano con suavidad.
- Encantada.
-Me gustaría poder decir lo mismo...- contestó Ryder, poniendo los ojos en blanco.
- Estaba diciendo a Amy, que la acompañaría al café, pero ahora que estás aquí, estoy segura de que apreciaría mucho más tu compañía que la mía.
Amy, miró a su amiga estupefacta durante unos segundo, y luego levantó la vista hacia Ryder. Acababa de decirle que no se iría al café y que se iría directamente a casa. ¿A qué venia esto? ¿Y que demonios hacia Ryder allí?
- ¿Te parezco tener pinta de canguro?- Rayne, le dirigió una mirada de advertencia y él dejó escapar un bufido.
- No importa, de todas formas no tenía pensado ir al café, me iré a casa...
Él la miró fijamente mientras hablaba, no podía dejarla irse a casa, Rayne se había ocupado de dejarle claro cómo un millón de veces que no la dejara acercarse a casa por nada en el mundo y ahora se veía entre la espada y la pared. O se ofrecía a pasar toda una tarde con ella en un maldito café de los suburbios de Preston, o la veía morirse otra vez.
- Me empieza apetecer un poco de café...- dijo él con voz queda.
Amy, alzó la vista sorprendida y buscó su mirada, pero él estaba demasiado ocupado mirando a su amiga. No podía creer que dijese algo así. Rayne se giró hacia ella y le dedicó una sonrisa alentadora.
- Divertíos, chicos.- contestó ella despidiéndose.
- Un momento.- le cortó Ryder el paso.- ¿no te vienes con nosotros?
Rayne frunció el ceño al ver el temor en su mirada.
-No- contestó ella.- tengo que encargarme de algo antes de que uno de los tuyo salga herido.
Él la miró con escepticismo y ella le dedicó una sonrisa inocente antes de pasar inadvertidamente su mano sobre la suya. Ryder, sintió como toda su sangre helaba bajo su contacto, pero no hizo nada para apartarle la mano de encima.
- Hasta pronto, cazador.
Amy, les miró con el ceño fruncido, en cuanto Rayne se alejó, él volvió a mostrar la misma actitud arisca de siempre.
- ¿Es cosa mía o ya os conocéis de antes?
-¿Vas a estar todo el día haciendo preguntas o te vas a poner en marcha?- preguntó él dándose la vuelta e impregnando la marcha hacía el centro de Preston.
                                                                   
                                                                      ***

-¿Seguro?- preguntó Becca por tercera vez.
Al parecer, la ultima vez que había estado por allí, había sido llevadas en brazos por Darren. Y ahora Becca se mostraba más interrogante que nunca. Ryder, las había observado en silencio mientras inspeccionaba el local.
-¿A quien tengo que matar aquí, para que me traigan una jodida hamburguesa?- gruño alguien impaciente.
- Tranquilo vaquero, ahora te la llevo.- Becca puso los ojos en blanco y se alejó.
-Creí que te apetecía un poco café.- dijo Amy al ver que él no se había indignado a pedir nada.
- No tomo café y tu tampoco deberías.- contestó mirando el menú.
Ella le miró ceñuda, pero no dijo nada.
Ryder, sabia que tendría que soportar un tedio extremo por las próximas horas por lo que sacó su IPod y puso la reproducción aleatoria. Segundos después empezó a sonar Castle of glass - Linkin Park.
Al percatarse de que la estaba ignorando, Amy sacó sus apuntes de español y se puso a repasar. Solo quedaban dos exámenes más y luego ya no tendría que preocuparse por eso.
Echaría de menos a la señora Sanchez, la había tratado muy bien durante todos estos años y a diferencia de los demás profesores era con la que se llevaba mejor. De refilón vio como Ryder tamboreaba los dedos en la mesa. Miró fijamente la fuerza que desprendían esas manos morenas en constante movimiento. Él se dio cuenta de que le estaba observando y la miró con el ceño fruncido, ella dio un respingo y volvió a concentrarse en su libro de español. Estudiar con Ryder cerca iba a ser más difícil de lo que pensaba.

Después de tres batidos de chocolate y una porción de alitas de pollo, Ryder se dio por vencido, apagó el IPod y la miró con firmeza, parecía bastante concentrada. Tenía una arruga en la frente y se mordía el labio inconscientemente, él suspiró y miró a su alrededor. Becca, la camarera, atendía una de las mesas al fondo, todos parecían ajenos a ellos dos, menos una persona. Una chica menuda, morena y de ojos color café que estaba sentada al otro lado los miraba con gran interés.  Al ver que había sido pillada miró hacía otra parte intentando aparentar normalidad. Ryder entornó los ojos y la siguió mirando unos segundos más, se había girado otra vez y al ver que él la seguía mirando se estremeció. 
- Amy, ¿Por qué no vas al baño?- Ella lo miró ceñuda y él hizo un gesto exasperado con la cabeza. Ella suspiró y sin rechistar le obedeció.
Al ver cómo la silueta de Amy desaparecía tras una de las puertas color beige, se levantó y se dirigió con decisión hacía la mesa que ocupaba la chica.
Ella se encogió de hombros cuando él se sentó delante de ella.
-¿Por qué me estás siguiendo?
- ¿Qué te hace pensar que te siga a ti?- Ryder le dedicó una mirada glacial y ella volvió a encogerse.
-¿Qué quieres de ella?
- Lo mismo que tú.
Él optó una actitud malhumorada.
- No juegues conmigo niña, te pondría arrancar la cabeza en un abrir y cerrar de ojos.
- No creo que quieras matarme con toda esa gente aquí.- dijo ella con temor.
- No pruebes mi paciencia.- La ira que destilaba su voz hizo que se le erizara el vello de la nuca.
- No estoy sola, afuera hay más, ellos están preparados...- miró hacía la vidriera que daba a la calle, estaba anocheciendo.
-¿De qué clan eres?
La chica levantó su mano y le enseñó el anillo. Ryder frunció el ceño y lo miró con atención. Conoció el emblema de los cazadores grises a la primera - un fénix - él suspiró y volvió a mirar a la chica a los ojos. 
-Cómo vuelva a verte cerca de ella, aunque sea a trecientos metros de distancia, te juro que te arrancaré el corazón del pecho sin la menor vacilación, y eso también va por los tuyos.- Él entornó los ojos y la miró suspicazmente antes de levantarse y dirigirse otra vez a su mesa. Amy se reunió con él una milésimas de segundos después.
-Creo que es hora de irse- dijo él con voz áspera. Amy lo miró y asintió, de todas formas no se había enterado de nada de lo que había leído. Ella recogió sus cosas y las metió en el bolso, se despidió de Becca y siguió a Ryder hacía fuera. El aire fresco heló sus mejillas, Ryder se paró y se dio la vuelta para hacerle un gesto para que se diera prisa.
-¿Quién era la chica?.- preguntó ella cuando le alcanzó.
- ¿Qué chica?
- Con la qué hablabas.- ella le miró con recelo.
- Nadie.
- Bonito nombre- dijo con ironía.
Él se paró y la miró.
- Mira, no estoy aquí precisamente por qué me agrades, así que.¿Por qué no me haces el favor y cierras el pico?
Ella le dedicó una mirada furiosa y empezó a caminar rápido, no sabía exactamente hacía donde debía ir, pero eso era lo que menos le importaba. No aguantaría ni un segundo más cerca de ese arrogante.
- ¿Dónde crees qué vas, Amy?- La voz de Ryder a su espalda le envió pequeñas descargas eléctricas por todo el cuerpo.
- A cualquier sitio lejos de ti.- dijo entre dientes.
Siguieron caminando durante unos minutos en silencio hasta que Ryder le agarró de la muñeca y la frenó. Ella lo miró lista para pelearse, pero cuando vio que él miraba atónito hacía adelante se quedó sin aliento. Ryder, tiró de ella y empezaron a correr en dirección contraría. Amy, empezaba a sentir un fuerte retortijón en la tripa, y el vértigo se apoderó de ella.
- Oh no, oh no.- susurró. No podía creerse que eso estuviese pasando precisamente en aquel momento, no podía volver a desaparecer, mucho menos ahora. Ryder ya la creía demasiado rara cómo para ser testigo de aquello. Se metieron en un callejón y se escondieron entre las sombras. Ryder, miraba atento hacía la entrada del callejón mientras que Amy intentaba luchar contra el vértigo que la rondaba.
El mundo empezó a difuminarse ante sus ojos y la sensación del tornado brotando de su interior se apoderó de ella.
- Ryder...- logró susurrar antes de desaparecer.


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