miércoles, 29 de mayo de 2013

Adrenalina del primer beso. -12º Capítulo

                       "Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado."
                                                -Guy de Maupassant.
- ¿Qué tiene esa hamburguesa que la hace tan especial? - preguntó Amy, mirando el plato que tenia delante. La hamburguesa parecía normal y corriente, no entendía que les emocionaba tanto.
- La carne...- contestó Darren saboreando su hamburguesa.
- ¿Qué pasa con la carne?- dijo ella aún mirando a la hamburguesa.
- Es humana.- contesto Ryder dando un buen bocado a la suya. Amy alejó el plato de ella y abrió la boca, la volvió a cerrar y la abrió otra vez.
-¿Qué?- preguntó ella estupefacta y asqueada a vez.
Darren, Ryder y Shawn se estaban partiendo de risa, Bella era la única que no lo hacia.
- Ya sabes... matan a un humano y luego....
-¡Pero esto es horroroso! El canibalismo es... arg..- a Amy se le puso la piel de gallina, podía sentir la bilis subiendo por su garganta.
-¿Queréis dejar de hacer el ganso? - preguntó Bella fulminándolos con la mirada.- Espero este día durante toda la semana y no pienso dejar que me lo fastidiéis...
Amy se encogió en su asiento al ver que Bella depositaba su mirada sobre ella.
- Y no creo que estemos tan locos cómo para comer carne humana.
Bella le dedicó una media sonrisa y siguió comiendo su hamburguesa.
- Creo que he perdido el apetito...
-¡¡ Me la pido!!- gritaron Shawn y Darren al unisono.
Por el rabillo del ojo Amy vio cómo una sonrisa traviesa le curvaba los labios a Ryder. Negó con la cabeza y miró hacía fuera. Era de noche, la luna brillaba en lo alto con todo su esplendor. Era increíble, hace una semana jamás se imaginaria que su vida daría tal giro, si ese día no hubiera ido al café, jamás habría conocido a Darren pero tampoco habría conocido a Ryder, ni a Shawn y tampoco a Bella... Les echaría de menos, después de que todo esto acabara... Ella sonrió con algo de nostalgia y miró hacía el otro lado de la calle. Se quedó inmóvil al ver que alguien la observaban. Era un chico, lo supo por su estatura y por la muscularidad de sus brazos. No pudo ver mucho más, ya que llevaba puesta una capucha que le cubría gran parte de la cara, y que él estuviera entre las sombras no ayudaba mucho. Un frío sudor le subió por la espina dorsal, ¿era imaginaciones suya o él tipo acababa de sonreirle?
Abrió la boca para decir algo pero ningún sonido le salió de la garganta. De pronto se empezó a ahogar,  intentó respirar pero el aire parecía averse convertido en agua, tocio y el agua empezó a resbalar por sus labios, Ryder cogió un servilleta e intentó ayudarla pero ya se había empapado casi toda la camiseta. Se miraron con los ojos abierto de par en par, él no sabía muy bien que hacer y ella no podía dejar de "escupir" agua.
- A venator mortem- susurró Shawn y inmediatamente todos se giraron para mirar hacía la otra acera, pero el tipo ya no estaba. Medio segundo después Amy ya podía respirar. Tomó largas bocanadas de aire, los pulmones le ardían. Ryder se sacó la cazadora y se la pasó.
- La necesitarás más que yo.- dijo pasándosela. Ella le miró aun asustada, con algo de torpeza se metió los brazos por las mangas de la cazadora, todos la miraban con preocupación.
-¿Qué era eso?- preguntó con voz ronca.
- Tengo que sacarte de aquí...- dijo Ryder mirando a su alrededor. Nadie les miraba, eso era bueno. La puerta se abrió y todos se quedaron de piedras. - ¡Mierda!
Dos tipos africanos y una mujer blanca acababan de entrar, inspeccionaron el local y su mirada acabó en la mesa donde se encontraba los chicos.
- Ni se te ocurra, te partirían en dos incluso antes de que pudieras llegar a la puerta.- susurró Shawn leyendo los pensamientos de Ryder.
Empezaron a caminar hacía la mesa donde se encontraban.
Amy le agarró a Ryder del brazo y se lo apretó.
Él le dio una palmadita para que le dejara el brazo.
-¿Puedes aparentar normalidad? Solo por esta vez.- le susurró él, pasandole un brazo por encima del hombro y acercándola a él.
- Vaya, vaya, vaya, mira a quienes tenemos por aquí.- Dijo la chica, ella era alta, su pelo era de un rojo intenso y sus ojos de un color verde oliva. Llevaba una chupa de cuero beige, una camiseta azul medianoche y de adorno llevaba un pañuelo rosado en el cuello. Los dos tipos a su lado eran verdaderas copias de Dwayne Johnson solo que en versión negra. Eran todo músculos y más músculos.- Los White.
Dijo la pelirroja con una sonrisa sarcástica en el rostro.
- Shonda- saludó Darren ladeando la cabeza en forma de saludo.- Bubba, Derek... ¿Qué os trae por aquí, chicos?
- La chica.- dijo Shonda mirando a Amy y luego pasando la mirada de ella a Ryder.- Ahí abajo están ofreciendo una gran suma de años por esa niñita. ¿Lo sabías?
Ryder la fulminó con la mirada, Shonda le sonrió abiertamente.
-No le tocaras ni un pelo...
- Claro que no. ¿Es que no me conoces, White?
Shonda se sentó en el sitio vacio al lado de Bella y los miró uno a uno.
- Os habéis hecho mayor...
- ¿Qué quieres Shonda?- la cortó Ryder.
- Ayudaros.
- ¿Por qué harías eso?- preguntó Darren mirándola con el ceño fruncido.
-Ya sabes lo mucho que me encanta romper las reglas- se rió con descaro.- Esto...- dijo señalando a Amy- provocará una gran guerra entre ambos aquelarres y créeme quiero estar presente cuando todo empiece.
                      
                                                                    ***

-Shonda, esta es Amelia- le presentó oficialmente Shawn.
-Heather...- susurró uno de los tipos, Shonda levantó una mano e inmediatamente se calló.
- Sé quien es cabeza de chorlito.
Shawn se sonrojó.
- Shonda era la mejor amiga de nuestra madre.- dijo Bella dirigiéndose a Amy.
Amy le dedicó una tímida sonrisa, no podía evitar que aquella mujer le diese cierto miedo.
- Zoe era una gran mujer, pero entonces cometió el grave error de meterse con Daniel White, cuanto odio ese hijo de perra...
- Te recuerdo que estás hablando de mi padre.- Dijo Ryder entre dientes.
Shonda se rió, como si lo que Ryder acabase de decir fuese el chiste del año.
- Que sea tu padre no significa que sea un santo, era él el que debía de haber muerto aquella noche, no tu madre, pero no, el gran cobarde sólo pensaba en el mismo, ojalá esté ardiendo en el fuego del infierno a estas alturas...
- ¡Ya basta!- gritó Amy, levantándose de golpe de la mesa y mirando fijamente a Shonda que cómo acto reflejo se echó hacía atrás.-¿Quien te crees que eres para venir aquí a decirnos tal barbaridades? Tu no eres menos cobarde que él, Shonda Crovhisk, tu no vales el suelo que pisas, así que no me vengas decir que Daniel era...
Todos la miraban petrificados, nunca habían visto a Amy tan enfada y al borde de un ataque de ira. Eso era nuevo incluso para ella, miró el dedo que tenia a escasos centímetros de la cara de Shonda y lo apartó. Dio un paso hacía atrás y empezó a correr hacía la puerta, no entendía que le acababa de pasar y se sentía verdaderamente alarmada, las calles de Exeter estaban bastantes iluminadas, corrió sin rumbo durante unos minutos hasta que se dio cuenta de que la seguían, se giró y casi se choca contra Ryder que venía como una bala tras ella.
- ¡Eh! ¿No me has oído?- preguntó él casi sin aliento.
Ahora que se fijaba, había ido a parar una calle bastante desierta.
- Lo siento.
-¿Qué es lo que sientes? ¿Que acabas de gritar a una de las tías mas duras que conozco o que salgas como una loca y que tenga que venir detrás de ti?
Amy no dijo nada, Ryder dio un paso hacia ella.
-¡Joder Amy!¿Qué te pasa?
Siguió en silencio, no sabia que contestar a eso, ni ella misma sabia por qué le había gritado a Shonda, y mucho menos entendía que de pronto supiera todo sobre aquella mujer. Sólo que cuando empezó a hablar esas cosas sobre Daniel, sintió algo muy raro dentro de ella, de pronto quería arrancarle los ojos a esa mujer sólo por hablar mal de Daniel.
¿Con qué derecho se creía para hablar así de Dan?
- No lo sé...- susurró.
Sentía un nudo en la boca del estómago, de pronto se sentía culpable por comportarse así.
-Eh, Eh...¿y ahora por qué lloras?
- No estoy llorando.- contestó Amy limpiando la gotita de lluvia que le acababa de caer en la mejilla...
-¿Ah, no?-Ryder se acercó más a ella y le acarició la mejilla con el pulgar.
Con el cuerpo envuelto en puro fuego, Amy aguantó la respiración mientras él le colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja. Trazó con el dedo un pequeño circulo sobre su mejilla derecha, estaba muy cerca de ella, podía incluso sentir cómo su aliento se mezclaba con el suyo. Él se inclinó, Amy estaba a punto de cerrar los ojos cuando vio algo venir por el rabillo del ojo, inmediatamente empujó a Ryder que dio un paso hacía tras, un nanosegundo después vio horrorizada cómo una estrella ninja pasaba a escasos centímetros de su rostro. Ella y Ryder miraron inmediatamente en la dirección de que provenía el arma. Era el tipo de antes, Amy le miró horrorizada, Ryder tiró de ella y empezaron a correr a toda velocidad hacía el centro.
El centro siempre era una buena opción, habría mucha gente y el tipo no pondría actuar.
A menos que quisiera llamar la atención.
En la tercera calle un coche se metió en metió de por medio, Ryder tiró rápidamente de Amy hacía la derecha y corrieron hasta el final de la calle. Giraron a la izquierda y aminoraron la marcha.
Cerca había un bar y en la entrada había unos cuantos moteros charlando animadamente. Ryder sonrió.
- Acabo de tener una idea.- Amy le siguió la mirada y arrugó la frente.
- Vas a robar la moto,¿verdad?- preguntó ella ya sabiendo la respuesta.
- Prefiero el termino coger prestado.- dijo él dedicándole una mirada traviesa.
Amy volvió a mirar a los moteros, iban vestidos en cuero de la cabeza a los pies.
Debía admitir que daban cierto miedo.
- Venga distraelos, mientras yo me hago con las llaves.- dijo Ryder caminando hacia ellos.
-¿Cómo? - preguntó Amy confusa.
- Con tus encantos...
Encantos, ¿eh?
Suspiró y empezó a caminar hacía los tipos.
Hola tipos duros,¿ con ganas de marcha? No, no, parezco una ofrecido.
Hola machotes, vuestras chupas molan, ¿Os puedo coger la moto prestada? No, seguro que diran : anda, pierdete rubia...

No le hizo falta decir nada, uno de los tipos le vio e hizo señas a los otros que inmediatamente la miraron.
- ¡Vaya, mira lo que tenemos aquí, carne nueva!- dijo uno de ellos mirándola de los pies a la cabeza. Ella controló el estremecimiento que le subía por la espalda y forzó una sonrisa. Ryder estaba detrás del tipo más grande, ella evitó mirarlo para no delatarlo.
- Bonitas chupas, chicos.- dijo ella acercándose
- Lo mismo digo, preciosa.- contestó él de la derecha guiñándole el ojo. Ryder se había hecho con las llaves y se subía a una de las motos.
- Íbamos a bebernos unos martines, ¿te apuntas?- preguntó el primero. Ryder puso la moto en marcha, pero los tipos estaban tan embobados con ella que ni siquiera se dieron cuenta.
- Quizá otro día, ahora estoy un poco ocupada...- les guiñó un ojo y dio un paso atrás justo cuando Ryder pasaba por su lado, se subió en un abrir y cerrar de ojos a la moto, Ryder apretó el acelerador y salieron impulsados hacia delante.
-¡Mi moto! ¡Será zorra!- gritó uno de los tipos, ella giro la cabeza justo en el momento en el que él tipo que los querría matar aparecía. Ella le hizo un saludo militar y él le dedicó una sonrisa macabra. Apretó los brazos alrededor del torso de Ryder y enterró su cara a su espalda. Agradeció en silencio que siguiera con su cazadora ya que el viento le calaba hasta los huesos. Abrió los ojos y se dio cuenta que Ryder había cogido la carretera que daba al océano. Las olas irumpian con furia mientras que el cielo los amenazaba con una tormenta.


 Se bajó de la moto y miró a su alrededor, la playa estaba desierta, aunque no era de extrañar con el mal tiempo que hacia. Hace unos minutos empezó a lloviznar. Amy empezó a caminar hacia la orilla. Ryder seguía en la moto mirándola, todavía podía sentir la calidez de sus brazos alrededor de su cintura. Su cazadora le quedaba grande, pero debía admitir que era muy sexy verla con ella. Era cómo si acabara de declararse suya... Negó con la cabeza y se bajó de la moto aunque se mantuvo un rato apoyado observándola. Las gotas de agua empezaban a empaparle la camiseta, lo que hacia que se le marcaran los músculos. Suspiró y empezó a caminar hacia Amy, quien miraba al agua fijamente.
 - Una libra por tus pensamientos.
 - Los truenos...
 -¿Qué pasa con ellos?
 - Puedo sentirlos...- Amy se volvió hacia a él y sonrió.- seguro que piensas que estoy majara.
 - Que va.- él se rió, Amy puso los ojos en blanco. Permanecieron en silencio durante varios minutos, ella perdida en sus pensamientos y él bueno se quedó mirando las olas. Las gotas de lluvias empezaban a caer a chorros.
 - Deberíamos volver...
 - Sí.- contestó ella. Ella hizo ademán de volver hacía la moto pero él la sujetó del brazo y ella se detuvo.
 -¿Qué...- Antes de que Amy pudiera terminar la frase Ryder le colocó las manos en la cintura y la alzó hasta apoyarla sobre su pecho. Se inclinó y atrapó sus labios con los suyos. A Amy comenzó a darle vueltas todo tras el tierno abrazo. Ryder profundizó el beso un momento antes de soltarla y alejarse de ella. Le dedicó una traviesa sonrisa, que hizo que sus hoyuelos aparecieran en todo su esplendor. Amy parpadeó, sorprendida ante lo rápido que su beso había despertado su pasión, y lo refrescante que parecía al mismo tiempo.

Por esas miradas que son capaces de dejarnos sin aliento.

ATENCIÓN:

Después de varios meses sin escribir, hoy retomo Saga Palpitaciones.
¿Echas de menos a Christian? Pues estate atento, porque ahora volvemos con muchos más secretos que desvelar, peleas y enfrentamientos familiares. ¿Estás listo para poner tu amor a prueba?
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miércoles, 22 de mayo de 2013

Sombras - 11º Capítulo.

            " Cuidado, el que aparenta ser el más débil, puede resultar ser el más fuerte."
                                                              - Amanda J. Queiroz.


                                Dos días antes.


Por el rabillo del ojo, Darren, vio alguien acercarse a él. Levantó la vista y resopló al ver que se trataba de Alan y sus dos guardaespaldas. Se cruzó los brazos sobre el pecho y les sonrió burlón.
- Creí que habíais tenido suficiente con la paliza de la otra noche...- A Bryce se le tensó la mandíbula,  todavía no se le había pasado las ganas de golpear a Darren.
- Hola, para ti también.- espetó Alan al alcanzarlo.
- Bueno... si no habéis venido a por una paliza...¿A qué se debe vuestra agradable presencia?
-Necesitamos un favor.- dijo Alan con voz queda.
- ¡Bien! directo al grano, me gusta.- Su tono irónico empezaba a poner a Bryce de los nervios.
- Necesito que nos metas en tu clan...
-¿Qué?- preguntó Darren entre risa.
Esto tendría que ser una broma.
-Pues... que necesitamos...
- Te he oído.- espetó él poniéndose serio.- estás cómo una regadera si crees que...
- Lo harás si quieres mantenerla a salvo- le interrumpió Bryce- déjanos hacer nuestro trabajo, sólo necesitamos estar cerca suyo...
- No entrareis en mi casa.- gruñó Darren, adivinando lo que realmente querían.
La única y inquebrantable regla de los White era, nunca, bajo ningún concepto deje a nadie, ni mucho menos a un cazador de sangre pura, poner un pie sobre los suelos de la tridimensional casa de los White. Ya había hecho una excepción con Amy y no pensaba hacer con nadie más.  Su abuelo había trabajado duro durante años de su vida para hacer que la casa fuera un lugar seguro para los suyos y no pensaba volver a romper las reglas, ni que eso significara dejar a Amy indefensa. 
- Sabíamos que dirías algo así... por lo qué trajimos esto.- dijo Alan sacándose una cajita de terciopelo del bolsillo de la chaqueta.
Darren observó con recelo antes de coger la caja. Levantó la tapa y miró en su interior. Era un anillo. 
Había visto ese anillo en alguna parte pero no se acordaba donde.
- Este anillo perteneció a Heather Grey, nadie más que Amelia puede utilizarlo, este anillo en manos erróneas pondría suponer un verdadero desastre.- Darren cerró la caja y la metió en el bolsillo- El anillo tiene una especie de rastreador que nos permitirá saber donde se encuentra en todo momento, y si, por alguna razón se nos descontrola la situación a ambos, el anillo nos permitirá encontrarla...
-¿Has dicho, Heather Grey?- preguntó Darren frunciendo el ceño.- ¿Está no era...
- Sí, tu abuela.- Afirmó Alan.
-¿Qué hacéis con el anillo de mi abuela?
- Te recuerdo que antes de ser tu abuela, era nuestra princesa.
Sacó el anillo del bolsillo y lo miró con más detenimiento.
Era un anillo de diamante en talla marquesa que brillaba con todos los colores del arco iris, montado sobre una baguette de oro blanco.
- Dices que solo Amy, lo puede utilizar. ¿Por qué?
Alan miró a su alrededor, los alumnos del San Agustin de Preston empezaban a salir.
- No creo que este sea el lugar más adecuado para hablar sobre asuntos oficiales.- Darren  siguió su mirada y vio a Amy saliendo por la entrada.- A las siete en el 436 del Golden Street, allí pondremos hablar con tranquilidad.
Darren asintió volviendo a guardar el anillo en el bolsillo. Alan se despidió de él con un movimiento de cabeza y desapareció.
Le hizo señas a Amy, Rayne le dio un codazo y ella miró en su dirección.
Él sonrió pero ella no le devolvió la mirada. Y aunque era su último día de instituto su animo estaba ligeramente decaído. En la comida, Rayne intentó explicarle lo ocurrido en su casa, y como era de esperarse no se lo había tomado nada bien. 
Se sentía demasiado culpable a lo que pudiera pasar con madre y su hermana. Rayne, le había dicho la verdad a medias, pero aún así fue demasiado para Amy. Pensar que pudieran hacer daño a su familia y luego secuestrarlas era... bueno, era demasiado doloroso. Rayne le había dicho que todavía pondría recuperaras, pero para eso tendría que pasar por una serie de lecciones. Y ella, cómo no, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para salvarlas. 
Amy caminaba muy lentamente al encuentro de Darren, se supone que seria Ryder el que vendría a buscarla y ahora no puede hacer otra cosa más, que mostrar su decepción.
Estaba a escasos metros de Darren cuando alguien se posicionó al lado de este.
- Llegas tarde.- le espetó a Ryder sin mirarlo.
- Menos mal que siempre tienes un hueco libre en tu agenda.- Ryder lo miró y puso los ojos en blanco al ver su cara de desconcierto.
- Hola, chicos- les saluda Amy con voz queda.
La mirada de Ryder le recorrió lentamente el cuerpo, de arriba abajo, antes de detenerse de nuevo en su cara. No era la primera vez que un chico la miraba de aquella forma, pero nunca lo habían hecho como lo estaba haciendo Ryder, tan descaradamente... Ella sintió que empezaba a ruborizarse, por lo que apartó la mirada.
- Vamos, Bella te está esperando...- mumurró Ryder.
-¿Nadie te ha dicho que los sombreros de época ya no se utilizan?- preguntó ella mirando a Darren con el ceño fruncido. Iba vestido cómo un detective. Y en cierto modo era muy gracioso. Darren, hizo una mueca y Ryder estalló en carcajadas. Amy se encogió de hombros al escuchar su risa. Era música para sus oídos. 
- Puedo decir lo mismo sobre tu chupa de cuero.- contraatacó Darren, refiriéndose a Ryder.
Él paró de reírse y le lanzó una mirada glacial a su primo.
- Las chupas de cueros molan...- sonrió Ryder a Amy- Basta mirar a nuestro alrededor para saber eso.
Darren y Amy miraron a su alrededor y tan pronto como lo hicieron supieron a que se refería  Las chicas que pasaban a su lado lanzaban suspiros al mirar a Ryder.
" Claro, cómo no..." -pensó Amy molesta. ¿Y por qué no le mirarían? Ryder, podía muy bien ser todo lo que una chica desea. Con ese aire tan arrogante y superior, puede hacer que cualquier chica se le entregue en bandeja.
- Has dicho que Bella está esperando, ¿no?- Ryder dejó escapar un suspiro y la miró divertido. 
Era obvio que su comentario la había amonestado. Y eso sólo había que su orgullo creciese aún más.
- Claro, o podemos quedarnos aquí y ver que pasa...- dijo Ryder burlándose de ella, volvió a echar un rápido vistazo a las chicas y se volvió hacía ella.
- ¡Has lo que quieras!- dijo ella casi a gritos, le dio un empujó al pasar entre los dos y empezó a caminar en dirección contraria.
Ryder soltó un bufido y Darren negó con la cabeza.
-¿Tienes todo controlado?- preguntó Ryder antes de girarse y seguir a Amy. Darren asintió y él se alejó a grandes zancadas detrás de ella.


                                                                  ***

- ¡Has venido!- exclamó Xavier al abrir la puerta y ver a Darren. Este frunció el ceño al ver su entusiasmo.
Negó con la cabeza y entró al departamento.
- Y bien, creo que me debéis unas cuantas respuestas.
-¿Crees en la reencarnación, Darren?- preguntó Alan, haciéndole señas para que se sentara en el sillón de enfrente.
-¿Debería?
- Dímelo tú.- contraatacó Alan- ¿Alguna vez, has pensado que alguien puede tener la suerte de vivir una segunda vez o una tercera, quizá?
Darren le dedicó una mirada burlona, cómo si empezara a dudar de la cordura de este.
-¿Y si así fuera?¿Vas a decirme que en mi vida pasada fui un rey azul y me mataron a sangre fría?
- Dudo mucho que lograras ser un rey azul con semejante actitud señor White, aunque no puedo decir lo mismo sobre el arrogante de tu primo.
-¿Ryder?- Darren, se puso serio y se tensó en su sitio.
- ¿Desde cuándo, ha entrado Ryder en la conversación?
- No estamos aquí para hablar de tu primo, estamos aquí para que nos escuches y pongas atención a lo que te tenemos que decir.- Bryce apareció en el umbral de la puerta y le indagó con la mirada.
- Tenemos menos de quince días para enseñar a Amelia todo lo que necesita saber sobre nuestro estilo de vida, y nadie mejor que tú para hacer que esto se cumpla.- continuó Alan.
-¿Qué pasará en quince días?
- La luna de fuego y, cómo bien sabrás, sólo ocurre cada dieciocho años y es cuando Amelia cumple su decimoctavo cumpleaños.  Deberíamos mantenerla a salvo, pero entonces tú te metiste en medio y nos la arrebataste.- Darren no se dejó ver intimidado ante las palabras de Alan.- Y ahora tienes que remediar tu terrible error ayudándonos, sólo necesito que intentes mantenerla a salvo hasta que llegue el momento de que ella retome el trono, cómo buen cazador que sé que eres, tú deber es eliminar a todos los que estén en contra y no detenerte ante nada, es nuestra princesa, ¿sabes la importancia de esto, Darren?¿Sabes cuán importante es mantener una princesa a salvo?
- Me hago una idea.- respondió Darren con convicción.
- Para hacer todo lo que te estamos diciendo ahora, primero tienes que ganar la confianza de tu primo. Es el elegido de la señora Grey, lo que significa que si él no confía en tí...- dice Alan señalandole con el dedo índice.- no pondrás estar cerca de ella.
-¿La señora Grey?¿La madre de Amy?- preguntó Darren algo despistado.- Siento deciros esto chavales, pero la señora Grey ha desaparecido del mapa.
- Luncinda Sullivan, no es la madre de Amelia.
-¿Cómo dices?- El ceño de Darren se hizo más profundo mientras unía los dedos de la mano y miraba a Alan fijamente.
- Sólo era una tapadera. Grey, jamás se uniría a una mortal. Esto va contra las leyes...
- Amy, tiene cierta parte humana, lo puedo sentir y no soy el único.
Alan negó con la cabeza con exasperación, cómo si sólo el hecho de pensar en eso le dieran arcadas.
- ¿Estás seguro de esto, señor White?- Xavier se acercó a la ventana y miró hacía la calle. Ya era de noche.- Quizá lo más humano que pueda tener Amelia sea su corazón y su alma, nada más señor White.
-¿Es una cazadora de sangre pura?- Preguntó Darren confuso.
- ¿¡Tú, que crees!?- Se rió Bryce.
- No tan sólo una cazadora de sangre pura, sino una original- prosiguió Xavier, sin hacer caso omiso a Bryce, quien no dejaba de reírse.
-Esto es...
- ¿Imposible?- preguntó Alan, rascándose la barbilla.
- Sólo tiene diecisiete años, ¿cómo va a ser una original?
- Todavía le queda mucho por saber señor White, pero ya tendremos otra ocasión para hablar... - Xavier se alejó de la ventana y miró a Darren con una mirada llena de respeto y orgullo.- Yo de tí evitaría salir por la parte delantera, creo que unos cuantos mentis lectoribus, han seguido tu rastro hasta aquí, supongo que estarán deseosos de poder meterse en tu mente...- sonrió a Darren- Intenta evitarlos a toda costa, no queremos complicación, y ellos pueden joder toda la operación.
Darren asintió.
Xavier le hizo el saludo de los cazadores. Golpeó su pecho con el puño derecho tres veces y luego inclinó la cabeza. Darren le devolvió el saludo antes de desaparecer por una cegadora luz azul.

                                                    Actualidad.

La opaca sombra volvió a arrojar a Amy contra el suelo. Suspiró indignada, no había tenido forma de escapar, por mucho que fuera tan solo una proyección inventada por la mente de Shawn, podían ser muy fuertes y empezaba a creer que él lo hacia aposta. Se encontraban en el gimnasio bajo los desniveles del sótano. Aquella casa parecía estar equipada para cualquier situación.
Ella, cómo no, estaba tumbada sobre el pulido suelo del gimnasio, mientras que Shawn estaba a un lado intentando "ayudarla" con su agilidad, mandándola una y otra vez al suelo. Ryder observaba lo que ocurría con diversión, a su lado estaba Darren, quien hacía una mueca cada vez que las sombras la derribaban al suelo.
-¿Debo decirte qué cómo hagas eso en un combate, puedes perder la cabeza en menos de un segundo?-Preguntó Ryder al ver que no se levantaba.
- Pues, dile a Shawn, que al menos me deje pensar antes de actuar...
- Ahí está la clave, no tienes que pensar, tienes que actuar- Ryder se adentró al medio campo de entrenamiento, se agacho a su lado y la miró a los ojos.- Hasta que no dejes de pensar, seguirás cayendo una y otra vez, así qué, ¿por qué no me demuestras cuán equivocado estoy contigo y le pateas el culo?
Esto último le susurró. Se levantó y la ayudó a levantarse. Ella bajó la vista hacia la ceñida tela oscura que se pegaba a su cuerpo e hizo una mueca. La tela se le pegaba tanto a la piel, que parecía hacer parte de ella.
Ryder, se acercó más a ella y le dijo al oído antes de volver a reunirse con los demás.
-Haz que no me equivoque contigo, nena.
Amy le miró con recelo mientras volvía a ocupar su sitio, tan pronto cómo abandonó la zona de entrenamiento, la sombra volvió a derribarla. Hizo una mueca de dolor, empezaba a hartarse de esto. Algo en su interior empezaba a entrar en ebullición. Se levantó de un salto e intentó propinar una patada a la sombra pero, esta se desvaneció y volvió a aparecer detrás suya, Amy se volteó de inmediato, pero la sombra fue más rápida y la empujó con fuerza impactandola contra la pared. Gruñó al sentir un fuerte dolor en el codo izquierdo. Vale, esa sombra empezaba a enfadarla de verdad. Se tambaleó al irse hacía delante, pero utilizó eso para saltar sobre la opaca sombra que estaba delante de ella, cómo no, la sombra desapareció y ella cayó de bruces contra el suelo. En la habitación se escuchó la descarada carcajada de Ryder, Amy levantó la vista hacía él y lo fulminó con la mirada. Era obvio que se estaba divirtiendo con su sufrimiento y eso sólo hizo que la ebullición de su interior aumentara. Cerró los ojos y respiró hondo antes de levantarse, otra vez. Necesitaba canalizar toda su ira contra la sombra que tenía delante y si, el insolente de Ryder, dejara de reírse estaba segura de que pondría concentrarse mejor. Un suave hormigueo empezaba a extenderse por las puntas de sus dedos. La sombra intentó atacarla, pero se desvió a la derecha y tan pronto cómo vio que no se esperaba esto, lo atacó, le golpeó en pleno pecho y él se evaporó. Cuando estaba casi orgullosa por su primer ataque, Shawn hizo parecer dos sombras más.
-¡Oh, venga ya!.- gritó lanzando una mirada de desconcierto a Shawn, quien se limitó a sonreírle.
El hormigueo en sus dedos iban en aumento, respiró hondo y se concentró en desviarse de las sombras que ahora, eran el doble de rápidas que las de antes.
Después de unas cuantas caídas ,diversos golpes y risas molestas, Amy dejó que el fuego se extendiera por todos su cuerpo, y se convirtió en una enorme bola de fuego. En la habitación ya no se escuchaba nada más que el crepitar de las llamas provenientes de ella. Lanzó una bola de fuego sobre la sombra que tenía más cerca y esta se desvaneció, cuando iba a lanzar otra contra la segunda, la bola de fuego se convirtió en una bola de hielo que al impactarse contra la segunda sombra, se derritió al instante, su cuerpo luchaba entre el fuego y el hielo y, ella empezaba a sentirse demasiado exhausta cómo para poder elegir a uno de los dos elementos. De pronto se sentía demasiado débil, cómo para seguir de pie. Su cuerpo se impactó contra el suelo con un ruidoso "Plof" y al instante todo se volvió negro.
 

                                                                     ***


- Creo que nos hemos excedido.- dijo Shawn sintiéndose culpable por llevar a Amy, hasta el límite de sus facultades.
- Sí...- masculló Ryder, depositandola sobre su cama. Definitivamente se habían propasado con el entrenamiento, no habían tenido en cuanta que ella no era cómo ellos, que estaban acostumbrados a estar horas machacándose unos a otros sin apenas cansarse. Al fin y al cabo, habían tenido toda la vida para acostumbrarse a ese ritmo, pero, ella no. Ryder la miró durante un nanosegundo, parecía muy frágil y débil. Se le rompió el corazón, ya estaba bien de ser tan duro con ella. Debería ayudarla, no llamarla al límite. - Dejemosla descansar.
Shawn asintió, los dos abandonaron la habitación y se dirigieron al gran salón. Bella, había salido pronto a hacer unos recados, Darren se había largado en medio del entrenamiento con la excusa de ir en busca de algo... Aunque en realidad solo detestaba verla sufrir de aquella forma.
- Deberíamos enseñarla como controlar esos poderes, ¿no?- Preguntó Shawn mirando a Ryder por el rabillo del ojo.
- Supongo- suspiró , eran casi las cuatro y todavía no había comido nada, se puso a rebuscar en la nevera. Sacó las lonchas de queso y de jamón York, y se hizo un bocadillo.- ¿Quieres?
Shawn negó con la cabeza. Llevarse con Shawn era menos complicado que con Darren, que a diferencia de su hermano, no intentaba demostrarle todo el rato lo bueno que podía ser. Ryder nunca había entendido esa obsesión de Darren por demostrarle lo bueno que era. Y lo peor era que a Ryder, eso le importaba un pito. Por mucho que fueran familia, eran cómo extraños viviendo en la misma casa.
Ryder depositó el plato sobre la mesa y se sentó. Shawn permaneció en el umbral de la puerta.
-¿Cuándo le darás el anillo a Amy?- preguntó Shawn refiriéndose al anillo que Alan le entregó a Darren. Darren, se lo había contado todo poco después de volver a casa y, Ryder le había tomado el anillo. Primero Shawn, tenía que analizarlo para saber si no había ningún truco. Y al final había dado con un pequeño mecanismo de rastreo, Shawn lo había modificado, para que sólo pudieran rastrear a Amy, mientras estuviera fuera de la casa. Debían mantener la localidad de la casa bajo siete llaves. Ryder lo había guardado en la caja fuerte mientras tanto. Se lo entregaría a Amy, el día de su graduación, que sería dentro de dos. Hasta entonces, seguiría donde estaba ahora.
- El miércoles, antes de graduación.- respondió Ryder.
-No confío en ellos, Ryder.- soltó Shawn sentando delante de él.- Puede que sea de los suyos, pero... en todo bando hay una oveja negra.
Ryder frunció el ceño y miró a su primo. Él tampoco confiaba en ninguno de ellos, pero ellos no necesitaban saber eso, por ahora.
Se escuchó el suave ruido de la puerta de la entrada al abrirse y poco después apreció Rayne en el umbral de la puerta de la cocina.
Miró a Ryder y luego a Shawn. Rayne, era la única del clan Grey que tenía acceso a la casa, y no por que se lo permitieran y si por que ella ya sabia las entradas, y los trucos para entrar. Rayne, había trabajado codo a codo con Marcus White para conseguir que aquella casa fuera un lugar seguro, y ahora volvía a ser parte de los White.
- ¿Dónde está Amy?- preguntó cruzándose de brazos y lanzandoles una mirada inquisitiva a los chicos.
- Durmiendo...
- Ah, bien, por que no necesito que escuche esto...
Se sentó en la mesa y empezó a contarles lo que había pasado esta mañana, los chicos la escucharon con atención, intentado no mostrasen espantados con los hechos.
-¿Siete muertos?- preguntó Shawn.- Eso no es nada bueno.
- Lo sé...
-Yo creo que se esta cociendo algo muy gordo tras todas esas muertes...- Ryder se terminó el bocadillo y metió el plato sucio en el lavavajillas.
- Lo que no entiendo es, por qué se llevan los cadáveres, eso no les puede proporcionar nada...- Aclareció Shawn, lo que ellos ya sabían.
- Es su tercero ataque, y todos los muertos son de mi clan..- los informó Rayne.- claro, quitando Lucinda y su hija.
- Intentaré averiguar, algo más sobre esto.- dijo Shawn levantándose - Debemos estar preparados para lo que sea que estén haciendo estos chiflados.

jueves, 16 de mayo de 2013

Pesadillas. - 10º Capítulo

 " Si en tus sueños oyes al destino, no creas que vives el futuro, quizás sea la pesadilla del miedo, que a menudo el mundo, ha conseguido resurgirlas, de las cenizas de las envidias, y de la sonrisa de los celos."                            - Autor Desconocido.


-¿Estás solo?.- Preguntó Bella entrando en casa. Shawn levantó la vista y asintió. Bella, llevaba un vestido de volantes floreado y unas enormes Ray Ban, le cubrían los ojos.
-¿Dónde estabas?- preguntó él, intrigado. Bella sonrió de oreja a oreja y se sentó a su lado.
- En París, en esta época del año es increíble, deberías venir conmigo mañana.
- ¿Dónde está lo que te encargué?- preguntó arrugando la frente. Bella suspiró, abrió el bolso y sacó un libro gris. Él sonrió y lo cogió.
-Tuve que amenazar a tres personas por ese pedazo de...
- Ni se te ocurra decir eso.- le cortó Shawn. Bella levantó las manos en signo de rendición y luego miró el libro que Shawn tenía entre las manos, con más detenimiento.
-¿Qué es?
- Un libro, creía que a estas alturas ya lo tendrías claro.
Bella puso los ojos en blanco y él se rió.
-¿Dónde están todos?
- No lo sé, Darren salió con Amy por la mañana y hasta ahora no volvieron y a Ryder... no lo he visto en todo el día.- Contestó Shawn indiferente. Se levantó con el libro en la mano, y se acercó a la chimenea. Él se paró delante de la chimenea y observó las llamas durante un largo rato. Miró el libro de soslayo y sin pensarlo lo arrojó entre las llamas. Bella soltó un grito y se levantó de un salto.
- ¿Pero, qué demonios estás haciendo?¿Me has hecho buscar esa mierda durante horas para hacer eso?- Estaba furiosa, no le hacía falta mirarla para saber eso.
- Siento decepcionarte, Bells.- sonrió de lado.- pero, si no lo arrojó al fuego difícilmente pondré saber lo que contiene.
-¿Qué?- espetó confusa.
- Es uno de los libros de Blake...
La puerta de la entrada se abrió, y los dos se giraron al instante para ver de quien se trataba. Amy entró furiosa y detrás de ella apareció Ryder, con una sonrisa macabra en los labios.
Shawn, observó como subía las escaleras de dos en dos y frunció el ceño. ¿Cómo demonios pretendía encontrar la habitación de Darren? De momento todavía no había elegido ninguna habitación para ella, y sin duda no podía compartir habitación con, Darren.
-¿Qué ha pasado?- preguntó Bella después de que Amy, desapareciera.
- Nada que merezca la pena ser contado.
Shawn, sacudió la cabeza, sin duda alguna,Ryder, seguía comportándose cómo un memo.
- ¿Y Darren?¿No estaba con vosotros?
- ¿Por qué todo el mundo me pregunta lo mismo? ¿Es que acaso creéis que lo tengo pegado al culo durante todo el día o qué?- gruñó sentándose en el sofá. En ese preciso instante la puerta volvió a abrirse y apareció Darren.
- Hablando del rey de Roma...- bromeó Bella.
Darren, tenía una pinta espantosa, su camiseta negra estaba desgarrada y se veía mugrienta. Las heridas provocadas en su huida eran apenas lineas rojizas sobre su piel.
Respiraba con dificultad cuando entró.
-¿Dónde está, Amy?- fue lo primero que preguntó al recuperar el aliento.
- Acaba de subir las escaleras...- le contestó Bella con el ceño fruncido.
Él suspiró de alivio.
-Y bien... ¿que ocurrió?
Darren, se dejó caer en el sofá y les explicó todo lo que había ocurrido durante el día. Todos a excepción de Ryder, se mostraron sorprendidos al escuchar su relato.
-¿Hija de Grey?- repitió Bella por tercera vez.
- Eso fue lo que acabo de decir- contestó Darren, cansado.
- Eso es imposible...- Contradijo Shawn.
Ryder, se levantó y empezó a caminar de un lado a otro.
- También lo creía... pero entonces fui a su casa y....- se rascó la cabeza indeciso.- había mucha sangre...
-¿Sangre?
- Sí
-¿Algún signo de actividad demoníaca - Preguntó Ryder parándose un momento y mirándole. Darren, negó con la cabeza.
- No hice ningún chequeo, en cuanto comprobé que ninguna de las víctimas eran ella, me fui...
-¿Por qué demonios serias tan estúpido?- gruño Ryder furioso.
- ¿Qué querías que hiciese?- replicó Darren- Solo quería saber que ella estaba bien, los demás me importa un pito.
- Tan sensible como siempre...- dijo Ryder, con ironía.
- No tienes ningún derecho de juzgarme...- gruñó Darren.
- Chicos, no empecemos ¿si?- Bella, miró a su hermano con una mezcla de suplica y él resopló.
- Ya sabíamos que ella supondría algo peligroso...
Ryder bufo y Shawn le lanzó una mirada reprobatoria.
- Quizá deberíamos entregarla a ellos, tu mismo dijiste que eran de los suyos ¿no? Ellos puedes cuidarla y protegerla...- Bella hizo una pausa y les miró. Shawn parecía muy pensativo. Darren estaba tenso como un palo y su hermano estaba inexpresivo.- No podemos volver a poner nuestra familia en peligro...
- Ella no se va a ninguna parte - dijeron Ryder y Darren a la vez.
Intercambiaron una mirada insignificativa antes de volver a mirar a Bella.
- Pero, ella no puede quedarse aquí...
Shawn, examinaba detenidamente todos los hechos pensando en una solución.
Supo desde el primer momento en que la vio, que ella era diferente. Y si la querían, mucha gente moriría en el intento, incluso antes de poder ponerle una mano encima.
- Tienen razón Bella, no podemos dejarla, nos necesita.- susurró Shawn pensativo.
Todos lo miraron, sin duda, ellos tenían siempre en cuenta sus opiniones. Shawn, era especial, podía percibir y ver cosas que ninguno de ellos lo hacían, por lo que escucharlo siempre venía bien.

                                                       ***
Ya en la tercera planta, Amy empezó a contar las puertas hasta llegar a la decimoquinta. Se paró delante de la puerta y respiró hondo.
Cogió el pomo de la puerta con manos temblorosas, le sudaban las manos y empezaba a sentía mucho calor - estaba teniendo un ataque de pánico-. Volvió a respirar hondo y la abrió. La habitación estaba a oscuras, ella buscó el interruptor y al encontrarlo se escuchó un sordo ruido mientras las luces se encendían. La habitación seguía siendo la misma, aunque, era más que evidente que hacia mucho que nadie la habitaban. Sobre la cama reposaba una manta color violeta, ella se acercó y pasó el dedo sobre la delicada prenda. Era seda pura. 
Sonrió tristemente.
Levantó la vista hacía el armario a su derecha, se acercó y lo abrió. Había ropa en el, varias camisetas de seda, americanas, faldas, vestidos de cóctel y vestidos de noche pendían de las perchas.
Suspiró. Eran todas de mujer, a excepción de un polo blanco. Cogió el polo blanco y una oleada de angustia la embargó.
¿Qué diablos la estaba pasando?
Desde que había conocido a los White, no era ella misma. Las cosas la afectaban con más facilidad, y ya no era capaz de pensar con cordura.
Sobre todo cuando Ryder estaba cerca.
Con la prenda aun en la mano se tumbó sobre la cama. Acunó el polo contra su pecho y suspiró. Tenía un nudo en el estomago y de pronto sólo deseó con todas sus fuerzas estar en casa. Quería apoyar su cabeza en el hombro de su madre y llorar hasta quedarse dormida. Añoró profundamente su abrazo apretado y el olor a jazmin que desprendía su pelo. Y su sonrisa. Mamá tenía la sonrisa más dulce del mundo, y hasta el chocolate a su lado quedaba reemplazado.
Las lágrimas no tardaron a acudir, lloró en silencio hasta quedarse profundamente dormida.


 El viento me azotaba el pelo con fuerza mientras corría desesperada por el bosque. 
¿Dónde estaba Daniel?
- ¡Dani!- chillé con todas mis fuerzas pero no hubo respuesta. - ¡Cariño sal, te juro que no te regañaré, por favor!
Sollocé.
Tenía un mal presentimiento, le había dejado jugar fuera durante la cesión de lectura con Tessie, y hacia rato que no aparecía, y él nunca se alejaba de la casa sin mi consentimiento. 
- ¡Dani!.- volví a gritar.
Un enorme lobo gris apareció detrás de uno de los arboles a mi izquierda. Solté un grito asustada, nunca me acostumbraría con encontrármelos en el bosque. Le ignoré y seguí caminando desesperada en búsqueda de Daniel.
- ¡Daniel White, me estás enfadando de verdad!  ¡Sal!- mi cuerpo se estremecía como si quisiera tiritar y el corazón latía con ferocidad contra mi pecho. El lobo gris se posicionó a mi lado y gruñó, le di un empujón pero siguió caminando a mi lado cabizbajo.
- ¿Dónde está, Ed? ¡Dime! ¿¡Dónde está mi hijo!?- él alzó la cabeza para mirarme a los ojos y soltó un gruñido de dolor. Me paré en seco y, empecé a correr en dirección al acantilado. 
La angustia me consumía, mientras avanzaba a duras penas por el bosque. Ed, caminaba a mi lado, no le hacía falta correr, queriendo o no siempre sería más rápido que yo. 
Me acerqué al borde del acantilado y miré hacía las oscuras aguas del océano. 
Abrí los ojos de par en par al ver algo flotando sobre el agua.
-¡Daniiiiiiiiii!.
El lobo lanzo un gruñido mordaz, pero ya era demasiado tarde. Ya me había lanzado hacía las profundidades del mar. El agua me caló hasta los huesos mientras luchaba por volver a la superficie. Podía sentir la temperatura de mi cuerpo descender, con cada brazada que daba. Respiré una gran bocanada de aire cuando salí a la superficie. Nadé todo lo rápido que pude hacía Daniel, que seguía inmóvil. Le cogí con un brazo y luché contras las fuertes mareas para llegar a la orilla.
Dos lobos grises me gruñían una y otra vez mientras intentaba llegar. Cuando faltaba unos tres metros para alcanzar la blanquecina arena de la playa, uno de ellos se metió al agua y empezó a tirar de mi. Por sus ojos amarillos supe que era Macy. 
Ed, gruñía impaciente, apoyé a Daniel sobre la arena, lo miré y se me cayó el alma a los pies.
- Ed, corre... corre a casa y... dile a Tessie... - me castañeaban los dientes debido al frio glacial que envolvía mi cuerpo.- dile que... llene la bañera con agua caliente. ¡rápido!
Ed empezó a trotar en dirección al bosque, Macy, se quedó a todo momento a mi lado.
Volví a mirar a Daniel. La vida abandonaba su cuerpo. Su cuerpo había perdido todo rastro de color y sus labios tenían un color azulado. Ya no respiraba.
Empecé a sollozar.
-¡No!.- grité, haciéndole un masaje en el pecho desesperada por que reaccionara.
-¡Vamos campeón!- grité una y otra vez, pero él no reaccionaba. - ¡No vas a dejarme!¿Me oyes Daniel? ¡Te lo prohíbo!- mi pecho bajaba y ascendía mientras mis sollozos iban en aumento. No podía perderle, era mi bebé. No podía creer que los dioses me hicieran esto. No podían quitarme a mi hijo. Lancé un grito furioso al cielo y segundos después, un rayo nos atravesó a ambos.


                                                    ***

Un grito le despertó bruscamente. Miró hacía la oscuridad de su habitación, todo estaba tranquilo. Él era el único que dormía en este pasillo y la casa era más que segura, así que volvió a cerrar los ojos. Una milésima de segundos después otro grito llenó la habitación. El corazón le empezó a latir frenético sobre el pecho. Alarmado, saltó de la cama y salió al pasillo. Un gemido le orientó hacía la puerta de enfrente.
Él abrió la puerta sin pensar, la luz estaba encendida, paseó la mirada por la habitación y se detuvo en la cama. Amy estaba tumbada sobre la cama y tenía una fina capa de sudor en la frente. Estaba temblando de la cabeza a los pies y por su expresión, no era nada bueno lo que estaba soñando. Ryder, entró y cerró la puerta tras él.
No le gustaba ni un ápice que ella estuviera en aquella habitación.
¿Por qué de todas las habitaciones del mundo, había escogido precisamente aquella?
Se acercó a la cama y la miró. Se encogió de hombros al verla tan débil y expuesta.
Ryder, apretó los dientes al ver que ella decía su nombre en sueños. 
Le puso la mano sobre el brazo y se quedó inmóvil al que estaba helada. Ella tiritaba con violencia. 
- Amy...- susurró y ella abrió los ojos alarmada.
En cuanto le vio, un mar de lágrimas salió de sus ojos.
Él se quedó paralizado al verla llorar. El dolor que Amy sentía sobre su pecho era demasiado doloroso. La pesadilla había sido tan real...
No quería que él fuese testigo de sus lágrimas... Se había sentado sobre la cama y se había tapado la boca con la mano en un intento de sofocar sus desgarradores sollozos.
Apesar de su severa educación de autocontrol, Ryder se vio arrastrado por una fuerte oleada de compasión. Amy, lloraba como si alguien le hubiera roto el corazón y eso le hizo sentirse incómodo. Inseguro.
Apretando los dientes, alejó aquellos insólitos pensamientos.
Si había aprendido algo en su infancia, era que no había que cuidar a nadie más que a uno mismo. Cada vez que había cometido el error de interesarse por alguien, lo había pagado con creces.
Cuanto menos tuviese que ver con las emociones y la vida de Amy, más fácil seria para él, alejarse de ella.
Se aferró con fuerza al dosel de la cama. No era un animal. Él también tenía sentimientos. O al menos, solía tenerlos.
Antes de que pudiera reconsiderar sus acciones, se subió a la cama y la abrazó. Amy le rodeó la cintura con los brazos y se apoyó en él como si se tratara de un salvavidas, mientras enterraba la cara en su pecho desnudo y sollozaba.
Todo su cuerpo temblaba.
Algo extraño se abrió paso en el interior de Ryder. Un profundo anhelo que no sabía muy bien como definir.
Jamás en su vida, había consolado a una mujer que lloraba. Como cazador, había sido entrenado desde que tenía uso de razón para mostrarse feroz, frio y duro. 
Pero ahora allí, abrazando a Amy, se sentía verdaderamente expuesto. Esa niña empezaba a ablandarle el corazón y no podía permitirse algo así.
Su parte racional, le decía que se apartara de ella todo lo que pudiera pero, por otra parte y la más estable, le decía que no la dejara sola, que lo necesitaba. 
- Lo siento...- murmuró Amy sobre su hombro.
-¿Ya te sientes mejor?- preguntó separándose un poco de ella. 
Ella asintió con la cabeza y se secó las lágrimas. Algo le decía que ella no hacía eso delante de nadie. Llorar delante de otros no era algo característico de Amy. Y por alguna extraña razón él lo sabia.- Bueno, si es así, mejor me voy. 
Se levantó de la cama y se encaminó hacía la puerta.
Amy trago saliva, de pronto la idea de estar sola le parecía aterradora.
-Ryder.
Él se giró y la miró con ojos inexpresivos.
-¿Qué?- su voz sonó más hostil de lo que pretendía, se encogió de hombro y la miró fijamente. Tenía la cara algo hinchada por haber llorado.
-¿Te importaría quedarte? Prometo no hablar...
Él la miró con el ceño fruncido, se pasó la mano por el pelo y luego se volvió para mirar a la puerta.
Eso no estaba bien, pero de pronto, tampoco tenía ganas de volver a su habitación.
- Cómo hables, me voy. 
Ella le dedicó una débil sonrisa mientras que él volvía a subirse a la cama de madera de pino. Amy se acomodó, él extendió la manta sobre ella y se tumbó a su lado.
Su corazón se aceleró ante la repentina calidez del cuerpo de Ryder junto al suyo.
- Buenas noches.-susurró ella. 
Él no contestó, en cambio, extendió la mano y apagó las luces.
Ella sonrió en la oscuridad, si pudiera controlar su poder de detener el tiempo, lo habría hecho en aquel preciso instante. 
Él colocó las almohadas de modo que sirvieran de respaldo, y miró a Amy. 
Esta iba a ser, en su excepcionalmente larga vida, la primera vez que pasaba la noche con una mujer sin tener segundas intensiones. 
¿Por qué estaba haciendo esto de todas formas? 
No aguantaba estar en la misma habitación que ella ni dos segundos, sin querer estrangularla y ahora estaba tumbado justamente a su lado. Suspiró y maldijo a Rayne en silencio.
Supo el momento exacto en el que ella se había quedado dormida, por la uniformidad de su respiración. Sólo entonces se atrevió a tocarla. Se atrevió a seguir con la yema de un dedo la suave curva de su pómulo.
Durante un buen rato, se dedicó a mirarla, aun con la escasa luz que se filtraba de las ventanas, era capaz de verla perfectamente. El fuego se había extendido por su sangre y se tuvo que morder el labio para no soltar una maldición.
Ella se alejó a una distancia prudente, desde donde no pudiese olor su suave aroma femenino, ni sentir el calor de su cuerpo bajo el edredón.
Resignado, se acomodó y sin darse cuenta, quedó sumergido en profundo sueño.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Revolviendo en el pasado. - 9º Capítulo

       "   El pasado es la única cosa muerta cuyo aroma es dulce. "
                                                                 -Eduard Thomas.         

              
Amy, dio un traspié, pero consiguió mantener el equilibrio. Esta vez, había ido a parar a un hermoso jardín. Varios tulipanes blancos decoraba los alrededores, y aunque, fuese el lugar más hermoso en el que hubiera estado jamás, la tristeza de aquel sitio era palpable y le dejaba un extraño vacío en el pecho.
Unas veinticinco sillas despegables hacían fila alrededor de un pequeño circulo cerca del acantilado. El sonido de las olas rompiéndose contra las rocas hacia que el ambiente fuera aun más nostálgico de lo que ya era. El sonido de voces procedente de la gran casa blanca a su espalda le llamó la atención. Amy, se giró sobre sus talones y empezó a caminar hacía allí. Pensó en llamar a la puerta, pero de pronto esa idea le pareció absurda. Abrió la enorme puerta y entró. El personal caminaba de un lado a otro terminando los últimos preparativos para la intima reunión.
Amy reconoció la sala de estar de los White nada más poner los pies en la casa. Aunque este tenía mucha más vida que el actual. Los rayos de sol que se filtraban por  las vidrieras de cristal daban un toque muy moderno y lujoso. Todo estaba perfectamente ordenado y limpio. Los muebles se veían relucientes y nuevos. En todo aquel caos de personal, Amy se fijó precisamente en el niño moreno que estaba sentado en el sofá.
Estaba muy concentrado mirando las pequeñas motas de polvo que bailaban a la luz del sol.
Amy sintió como el corazón le daba un vuelco.
El niño iba vestido con un smoking negro, una camisa blanca y llevaba puesta una pajarita. 
Estaba realmente guapo.
Se acercó con indecisión.
 Siempre había oído lo de: Cualquier cambio en el pasado puede causar daños irreversibles en el futuro. Y aunque, supiera que quizá estuviera mal lo que iba a hacer, no podía detenerse.  Se sentía intensamente atraída hacía aquel rincón del salón y sobretodo hacia el niño de ojos azules.
-Hola- dijo ella sintiendo como el corazón le latía frenético. El niño levanto la vista y tan pronto como la vio, dio un brinco y la abrazó con fuerza. Ella lo acunó entre sus brazos y le besó el pelo.
Era muy extraño.
Amy, sentía un gran cariño hacia el pequeño que tenía entre sus brazos y su felicidad era tal que se sentía plena y realizada.
- Mamá, te he echado mucho de menos.- susurró el pequeño a su oído.
Amy, tardó unos segundos en reaccionar.
-¿Qué?
El niño se alejó un poco y la miró.
Ella lo miraba con los ojos desorbitados.
¿Había oído lo que creía haber oído?¿El niño, la había llamado, mamá?
- ¡Heather, querida!- dijo alguien entrando en la habitación. Amy, se volvió para mirar a la recién llegada. La mujer llevaba un elegante vestido negro, tacones negros y guantes del mismo color. Su pelo castaño oscuro estaba recogido en un moño alto, aunque algunos mechones caían hacia los lados dándole un toque clásico. Sus ojos eran grandes y azules. Y cuando sonreía le salían pequeños hoyuelos, era muy linda- pensó Amy.
Ella se acercó y miró a Amy con desaprobación.
- ¡Pero, Heather! ¿por qué sigues vestida así? los invitados llegaran en cualquier momento...- Pasó la mirada de Amy al niño.- Daniel, cariño, ¿Por qué no llevas a tu madre arriba y la ayudas a ponerse algo adecuado para la ocasión?
Amy se giró a tiempo de ver su mueca de fastidio.
¿Por qué la llamaba por su segundo nombre y por qué la miraba como si la conociera de toda la vida?
Daniel, se levantó, cogió a amy de la mano y la guió hacía el piso de arriba.
-¿Cuantos años tienes?.
- Cinco- respondió él tras una breve pausa. Ese niño sin duda alguna, se le parecía mucho. Aunque, ¿Cómo demonios podía ser su madre si nunca había... - mamá ¿te sientes bien? Pareces algo aturdida...
- Sí, cielo...- las palabras salieron de su boca incluso antes de que ella las pudiera detener.
- Papá, pidió que no te molestara....
- ¿Por qué? - preguntó ella con curiosidad.
- Dijo que estás muy sensible con lo del tío, Dave...- Su voz era tan angelical que Amy, se sentía muy admirada. Sólo deseaba escuchar un poco más su leve asento sureño. 
Era tan... extraño.
La tenía muy cautivada.
-¿Qué pasa con el tío, Dave?- preguntó Amy con interés.
Él la miró y luego negó con la cabeza. Subieron las escaleras de caracol hacía el tercer piso cuando ella vio a una niña venir corriendo. La niña iba vestida con un hermoso vestido de tonos oscuros y sus rizos la hacían parecer una muñeca adorable.
- No deberías correr por casa, Ellie .- la reprochó Daniel. Amy miró a la niña con cariño, tenía cierto parecido con Daniel. Sus rizos saltaban en todas las direcciones mientras corría.  Ella le sacó la lengua y siguió corriendo escaleras abajo.
-Es una preciosidad.- mumurró Amy y Daniel puso los ojos en blanco.
Él la soltó la mano y abrió una de las tantas puertas del tercer piso. Amy, entró y se quedó maravillada. La habitación estaba pintada de varios tonos violetas, en el centro había una cama de matrimonio con dosel. A un lado estaba el armario de color blanco, un sillón de cuero del mismo color. Un escrito repleto de libros y a su lado había varias maleta del color gris.
- Me encanta el violeta...- dijo Amy anonadada.
Daniel, se encogió de hombros y se sentó sobre la cama.
- Mamá, se que no te gusta que espíe a la gente, pero he oído a la tía Tessie decir que las misiones de et tempestate tendrían a papá y a ti, lejos de nosotros por mucho tiempo...
-¿Las misiones de qué?.- preguntó ella sin entender.
- No lo sé, no pude escuchar mucho más, lo siento.
Ella asintió. No sabía bien donde había ido a parar - o a que año- pero era de gran alivio tener a Daniel por allí.
- Deberías vestirte mamá, la tía Tessie se pondrá furiosa si no bajamos pronto.


Después de ponerse un bonito vestido de encaje negro, se miró al espejo.
 Sus grandes ojos azules grisáceos tenían un brillo diferente, y su cabello... 
Se llevo la mano a la cabeza estupefacta, su pelo ya no era rubio y si, castaño cobrizo, lo que hacia que sus mejillas ruborizadas de por si, tuviesen un encanto propio. Después de comprobar que no se trataba de su imaginación, salió del baño.
Daniel, había insistido en que se pusiera el vestido negro, por lo que, le hizo caso.
Al salir del baño vio que él seguía sentado en la cama y le sonrió. 
Él le devolvió la sonrisa y fue un gesto tan tierno que a Amy le llegó al alma. Cuando sonreía le salía adorables hoyuelos en las mejillas y de pronto ella se sintió tentado en besar cada uno de ellos, pero se contuvo. Esa no era forma de comportarse, se decía una y otra vez mientras él la guiaba otra vez hacía escaleras abajo. Tuvo la oportunidad de contar cuantas puertas venían antes de la suya. Las puertas eran tan iguales y simétricas que era muy fácil equivocarse.
Cuando llegaron al piso inferior, ya había varias personas por allí, algunas cuantas le dedicaron una media sonrisa y otras se limitaron a inclinarse de cabeza o hacer una reverencia.
Era extraño.
Todos parecían conocerla, y en cambio ella no lograba reconocer a nadie.
- Heather.- una voz áspera a su espalda la hizo volverse.
Un hombre de metro ochenta y ojos castaños oscuros, la miraba con una torcida sonrisa en los labios.

Él iba vestido con una americana negra, camisa blanca y una corbata roja.
El hombre le dio un abrazo apretado. 

Sintiéndose sobrecogida dio un paso hacía atrás.  Él la miró algo ofendido.
- Siento mucho lo de Dave.
- Gracias... supongo.
-Te ves... te ves fantástica.- dijo devorándola con la mirada.
Ella bajó la cabeza algo incómoda. ¿Quien era ese hombre y por qué la hacía sentirse tan incómoda?
-Steven McDavis.- dijo una voz masculina a su espalda.
Amy, se quedó inmóvil.
- Marcus White. - dijo entre dientes y su semblante se volvió serio.
Ya no parecía para nada al tipo simpático que la había abrazado sin previo aviso.
Él hombre a su espalda le envió la cintura con el brazo y ella se encogió de hombros. Un conocido aroma proveniente del tipo que la envolvía, la relajó.
- Le estaba diciendo a Heather, cuanto sentía la perdida de Dave...
- Sí, seguro.- le cortó.
- Vamos Marcus, creía que ya habíamos superado nuestras diferencias.- Steven miraba indignado al hombre que Amy tenía a su espalda, el tipo que la abrazaba negó furioso con la cabeza y acercó más a Amy hacía él. Ella cerró los ojos al sentí un repentino escalofrío por todo el cuerpo.
- En primer lugar pequeño bastardo, tú no tiene ningún derecho a estar aquí y segundo, alejate de mi mujer- Su tono era tan duro y mordaz que Amy, se encogió entre sus brazos.
- Supongo que te veré por ahí, Heather.- Le dedicó una sonrisa macabra y se alejó.
-¿Nena, estás bien?- le susurró el tipo a su espalda. Su voz estaba cargada de tanta ternura y amor que, Amy, casi se perdía en el sonido de su voz.
Ella parpadeó y a regaña dientes se alejó de él, se giró y le plantó cara.
Le miró boquiabierta al verlo, era Ryder. Estaba segura. Puede que fuera unos años mayor, pero era él, no había duda.
Su barba de tres días le hacía extremadamente sexy.
Ella extendió la mano y le acarició la cara. La barba le hizo cosquilla en la palma de la mano y ella se río por lo bajo. Una increíble sonrisa llena de hoyuelos curvaba sus labios, y hacía que el corazón se le acelerara y que comenzara a templar.
- Vaya, me quedo sólo unas horas fuera y es como si hubiera estado años lejos...- dijo con ternura, besándola en los labios.
Segundos después, él se alejó de ella y la miró de la cabeza a los pies. Amy, se ruborizó al instante.

 Él se rascó la barbilla pensativo.
-Vaya... -la rodeó con los brazos y la miro a los ojos - sé que no es muy apropiado decir esto teniendo en cuenta el lugar donde nos encontramos...- él miró a su alrededor y luego con una pícara sonrisa la miró.- pero, joder nena, estás de infarto.
¿Ryder, bromeando?
Eso si que era extraño.
Amy no pudo contener una risita tonta. Él la beso en la nariz y sonrió con ternura.
-Heather.- susurró alguien.
Marcus, la soltó y ella miró a la anciana que tenían delante.

- Siento mucho lo de Dave, lo echaremos mucho de menos...
Amy, pudo ver la tristeza reflejada en sus ojos, y no pudo hacer otra cosa más que abrazarla.
Que ella no se enterara mucho de lo que estaba ocurriendo, no significaba que fuera una insensible.
Marcus -Ryder- le acarició la espalda para infundirle ánimos.
Ella se separó de la anciana y se sorprendió al ver que las lágrimas le empañaba la vista.
Avergonzada se secó las lágrimas con el torso de la mano.
- Señora Bagham, gracias por venir, a Dave le habría gustado mucho- Marcus, le dedicó una sonrisa de lado y la señora Bragham le hizo una reverencia.
Vale, cada vez las cosas se ponían mas raras...
-¿Nena, no ibas a ayudar a Tessie con algo?- Amy levantó la vista hacia él y el pánico se apoderó de ella.
- Ryder...
Marcus bajó la mirada hacía ella y le lanzó una mirada de advertencia.
Ahí estaba el Ryder que conocía.
- Vete ayudar a Tessie, tengo que encargarme de algo.- le dio un suave beso en el pelo y se alejó. Ella lo miró con recelo.
¿Qué se suponía que debía hacer ahora?
Miró a las personas que hablaban entre susurros en el salón. Todos estaban vestidos de negro, muchas mujeres hacían uso de sus grandes pamelas.
Amy suspiró, y caminó hacía la cocina. Era de gran alivio que la cocina siguiera en el mismo sitio de siempre.
Entró en la cocina y vio la misma mujer de antes.
Ella levantó la vista y la sonrió. Una de las empleadas llevaba una bandeja llena de aperitivos. Amy le abrió la puerta y esperó a que pasase.
- Gracias, señora White.
-¿Querida, ya tienes tu discurso hecho?
-¿Qué discurso?
-Oh, Heather, ¿no habíamos dejado claro que tu serias la que se encargaría del discurso de despedida de Dave?
Amy se limitó a encogerse de hombros.
- No importa, de todas formas Jason ya tenia algo preparado por si no podías...
Tessie la miró con tristeza.

Un retortijón en la tripa le hizo prender la respiración.
-¿Estás bien, querida?
- Sí...- las piernas le empezaron a temblar y perdió totalmente sus fuerzas, estaba a punto de caerse al suelo cuando alguien la agarró. Otro fuerte retortijón le envió fuertes oleadas de calor por todo el cuerpo. Amy, intentó respirar, pero el aire se había vuelto tan denso que no le entraba en los pulmones. 

- Heather...- las voces a su alrededor se escuchaban muy lejanas mientras iba perdiendo el conocimiento.

Cuando abrió los ojos de lo primero que se percató fue que se encontraba otra vez en la habitación de antes. Y no se encontraba sola. Marcus estaba con ella, la miró y sonrió.
-¿Marcus?.- dijo ella intentando averiguar si era Ryder o Marcus.
Intentó levantarse pero él negó con la cabeza y con cuidado la hizo volver a tumbarse.
- Tuviste un ataque de pánico...- se le quebró la voz. Ella pudo ver la culpabilidad que sentía y ella sintió el impulso de abrazarlo.- No debí dejarte sola y lo siento, se cuanto significaba Dave para ti, y cuanto es difícil lidiarse con toda esta situación, pero... verte así me está matando, Heather...
Verlo así tan indefenso y triste la causaba una angustia terrible.
-¿Debo ser una mujer horrible, verdad?- dijo ella bromeando.
Una pequeña sonrisa le curvó los labios. Y fue suficiente para hacer que el corazón de Amy latiera frenético.
-No eres tan mala...
- ¡Oye!- ella le dio un empujón amistoso y él se rió.
- Sabes que eres la mejor...
Un fuerte retortijón la hizo encogerse, Marcus la miró preocupado. El vértigo no tardó en apoderarse de ella.
- Nena...
Fue lo único que pudo escuchar antes de que su imagen se desvaneciera ante sus propios ojos.


El huracán dejó de rodar de golpe y ella salio disparada hacía adelante, se chocó contra Ryder y los dos cayeron al suelo. Él la miró con los ojos desorbitados. Y ella resopló.
-¿Se puede saber dónde demonios te habías metido?- Casi sin darse cuenta, él la tenía rodada con los brazos, mientras que ella seguía sobre él.
-¿Ryder?
Él arqueó una ceja divertido.
-¿Acaso existe otro?
Ella bufó, si él supiera...
Sus ojos se encontraron y por una fracción de segundos, ella volvió a sentir esa paz, que había sentido mientras estaba en los brazos de Marcus. Estaban tan cerca que ella podía sentir cómo su aliento le rozaba la mejilla. 
Amy alargó la mano y le acarició el pelo.
-¿Se puede saber qué demonios haces?- dijo Ryder zafándose de ella y levantándose de un salto.
- Yo...yo...¿Se puede saber por qué demonios eres tan imbécil?
Él la miró ceñudo mientras ella se levantaba y le hacía frente.
- ¡Eres jodidamente imbécil, Ryder!
Él se rió a carcajadas y luego negó con la cabeza.
-¿De qué te ríes?
-Es solo que es muy gracioso la cara que pones cuando estás furiosa- volvió a reírse. Ella le propinó un empujón, él dejó de reírse y volvió a ponerse serio.
Él sacó una reluciente lamina de cristal -un cuchillo- y ella dio un paso hacía atrás. Él se hizo un corte en la mano y la sangre empezó emanar de esta. Se acercó a una de las paredes y colocó la mano contra ella. La sangre que descendía de su herida iba dibujando una runa mientras que él esperaba impaciente. En cuanto el circulo se completó, él retiró la mano. Destellos de luz azulada cubrieron cada una de las linea de la runa para luego convertirse en una puerta. 
A esas alturas ya nada debería sorprenderla, pero no fue así.
  
                    

viernes, 10 de mayo de 2013

La decisión correcta.- 8º capítulo.

“Las decisiones más difíciles, son las  que entran en juego las personas que más queremos"                                                                                                                                          -                                                      Antonio Cabado

- Él, no está aquí.- susurró Rayne.
Amy resopló y miró a su mejor amiga. Rayne, puso los ojos en blanco y luego miró a un punto sobre su cabeza y sonrió. Amy se giró y siguió su mirada, y al darse cuenta de que se trataba se quedó de piedra. Ryder, estaba al otro extremo del aparcamiento y caminaba directamente hacía ellas.
Amy observó su andar sinuoso. Parecía un depredador esbelto y letal. Llevaba los pulgares metidos en los bolsillos delanteros de los vaqueros, y caminaba totalmente ajeno a las chicas que suspiraban y babeaban a su paso. Amy, intentó imaginarse el motivo de por qué, Ryder White, estaría por allí, pero no se le ocurrió nada.
Fascinada por la armonía de sus movimientos, observó atentamente cómo se acercaba y se paraba justo delante de ellas. Prendió la respiración mientras él las inspeccionaba, primero miró a Rayne y luego la miró a ella con más atención. Asintió y luego suspiró.
-¿Dónde está, Darren?- soltó ella sin pensarlo.
- ¿Cómo quieres qué lo sepa? Acaso crees que lo tengo pegado al trasero todo el día ¿o qué?- contestó él, con la ira reflejada en la voz.
Amy, intentó mostrarse indiferente, pero, aun así, él pudo ver que su comentario la amonestó.
Rayne se aclaró la garganta y los dos la miraron con el ceño fruncido.
-Oh.- dijo Amy, percatándose de que aun no los había presentado- Rayne, este es Ryder White.
Su amiga sonrió de oreja a oreja y le extendió la mano cortésmente, Ryder le estrechó la mano con suavidad.
- Encantada.
-Me gustaría poder decir lo mismo...- contestó Ryder, poniendo los ojos en blanco.
- Estaba diciendo a Amy, que la acompañaría al café, pero ahora que estás aquí, estoy segura de que apreciaría mucho más tu compañía que la mía.
Amy, miró a su amiga estupefacta durante unos segundo, y luego levantó la vista hacia Ryder. Acababa de decirle que no se iría al café y que se iría directamente a casa. ¿A qué venia esto? ¿Y que demonios hacia Ryder allí?
- ¿Te parezco tener pinta de canguro?- Rayne, le dirigió una mirada de advertencia y él dejó escapar un bufido.
- No importa, de todas formas no tenía pensado ir al café, me iré a casa...
Él la miró fijamente mientras hablaba, no podía dejarla irse a casa, Rayne se había ocupado de dejarle claro cómo un millón de veces que no la dejara acercarse a casa por nada en el mundo y ahora se veía entre la espada y la pared. O se ofrecía a pasar toda una tarde con ella en un maldito café de los suburbios de Preston, o la veía morirse otra vez.
- Me empieza apetecer un poco de café...- dijo él con voz queda.
Amy, alzó la vista sorprendida y buscó su mirada, pero él estaba demasiado ocupado mirando a su amiga. No podía creer que dijese algo así. Rayne se giró hacia ella y le dedicó una sonrisa alentadora.
- Divertíos, chicos.- contestó ella despidiéndose.
- Un momento.- le cortó Ryder el paso.- ¿no te vienes con nosotros?
Rayne frunció el ceño al ver el temor en su mirada.
-No- contestó ella.- tengo que encargarme de algo antes de que uno de los tuyo salga herido.
Él la miró con escepticismo y ella le dedicó una sonrisa inocente antes de pasar inadvertidamente su mano sobre la suya. Ryder, sintió como toda su sangre helaba bajo su contacto, pero no hizo nada para apartarle la mano de encima.
- Hasta pronto, cazador.
Amy, les miró con el ceño fruncido, en cuanto Rayne se alejó, él volvió a mostrar la misma actitud arisca de siempre.
- ¿Es cosa mía o ya os conocéis de antes?
-¿Vas a estar todo el día haciendo preguntas o te vas a poner en marcha?- preguntó él dándose la vuelta e impregnando la marcha hacía el centro de Preston.
                                                                   
                                                                      ***

-¿Seguro?- preguntó Becca por tercera vez.
Al parecer, la ultima vez que había estado por allí, había sido llevadas en brazos por Darren. Y ahora Becca se mostraba más interrogante que nunca. Ryder, las había observado en silencio mientras inspeccionaba el local.
-¿A quien tengo que matar aquí, para que me traigan una jodida hamburguesa?- gruño alguien impaciente.
- Tranquilo vaquero, ahora te la llevo.- Becca puso los ojos en blanco y se alejó.
-Creí que te apetecía un poco café.- dijo Amy al ver que él no se había indignado a pedir nada.
- No tomo café y tu tampoco deberías.- contestó mirando el menú.
Ella le miró ceñuda, pero no dijo nada.
Ryder, sabia que tendría que soportar un tedio extremo por las próximas horas por lo que sacó su IPod y puso la reproducción aleatoria. Segundos después empezó a sonar Castle of glass - Linkin Park.
Al percatarse de que la estaba ignorando, Amy sacó sus apuntes de español y se puso a repasar. Solo quedaban dos exámenes más y luego ya no tendría que preocuparse por eso.
Echaría de menos a la señora Sanchez, la había tratado muy bien durante todos estos años y a diferencia de los demás profesores era con la que se llevaba mejor. De refilón vio como Ryder tamboreaba los dedos en la mesa. Miró fijamente la fuerza que desprendían esas manos morenas en constante movimiento. Él se dio cuenta de que le estaba observando y la miró con el ceño fruncido, ella dio un respingo y volvió a concentrarse en su libro de español. Estudiar con Ryder cerca iba a ser más difícil de lo que pensaba.

Después de tres batidos de chocolate y una porción de alitas de pollo, Ryder se dio por vencido, apagó el IPod y la miró con firmeza, parecía bastante concentrada. Tenía una arruga en la frente y se mordía el labio inconscientemente, él suspiró y miró a su alrededor. Becca, la camarera, atendía una de las mesas al fondo, todos parecían ajenos a ellos dos, menos una persona. Una chica menuda, morena y de ojos color café que estaba sentada al otro lado los miraba con gran interés.  Al ver que había sido pillada miró hacía otra parte intentando aparentar normalidad. Ryder entornó los ojos y la siguió mirando unos segundos más, se había girado otra vez y al ver que él la seguía mirando se estremeció. 
- Amy, ¿Por qué no vas al baño?- Ella lo miró ceñuda y él hizo un gesto exasperado con la cabeza. Ella suspiró y sin rechistar le obedeció.
Al ver cómo la silueta de Amy desaparecía tras una de las puertas color beige, se levantó y se dirigió con decisión hacía la mesa que ocupaba la chica.
Ella se encogió de hombros cuando él se sentó delante de ella.
-¿Por qué me estás siguiendo?
- ¿Qué te hace pensar que te siga a ti?- Ryder le dedicó una mirada glacial y ella volvió a encogerse.
-¿Qué quieres de ella?
- Lo mismo que tú.
Él optó una actitud malhumorada.
- No juegues conmigo niña, te pondría arrancar la cabeza en un abrir y cerrar de ojos.
- No creo que quieras matarme con toda esa gente aquí.- dijo ella con temor.
- No pruebes mi paciencia.- La ira que destilaba su voz hizo que se le erizara el vello de la nuca.
- No estoy sola, afuera hay más, ellos están preparados...- miró hacía la vidriera que daba a la calle, estaba anocheciendo.
-¿De qué clan eres?
La chica levantó su mano y le enseñó el anillo. Ryder frunció el ceño y lo miró con atención. Conoció el emblema de los cazadores grises a la primera - un fénix - él suspiró y volvió a mirar a la chica a los ojos. 
-Cómo vuelva a verte cerca de ella, aunque sea a trecientos metros de distancia, te juro que te arrancaré el corazón del pecho sin la menor vacilación, y eso también va por los tuyos.- Él entornó los ojos y la miró suspicazmente antes de levantarse y dirigirse otra vez a su mesa. Amy se reunió con él una milésimas de segundos después.
-Creo que es hora de irse- dijo él con voz áspera. Amy lo miró y asintió, de todas formas no se había enterado de nada de lo que había leído. Ella recogió sus cosas y las metió en el bolso, se despidió de Becca y siguió a Ryder hacía fuera. El aire fresco heló sus mejillas, Ryder se paró y se dio la vuelta para hacerle un gesto para que se diera prisa.
-¿Quién era la chica?.- preguntó ella cuando le alcanzó.
- ¿Qué chica?
- Con la qué hablabas.- ella le miró con recelo.
- Nadie.
- Bonito nombre- dijo con ironía.
Él se paró y la miró.
- Mira, no estoy aquí precisamente por qué me agrades, así que.¿Por qué no me haces el favor y cierras el pico?
Ella le dedicó una mirada furiosa y empezó a caminar rápido, no sabía exactamente hacía donde debía ir, pero eso era lo que menos le importaba. No aguantaría ni un segundo más cerca de ese arrogante.
- ¿Dónde crees qué vas, Amy?- La voz de Ryder a su espalda le envió pequeñas descargas eléctricas por todo el cuerpo.
- A cualquier sitio lejos de ti.- dijo entre dientes.
Siguieron caminando durante unos minutos en silencio hasta que Ryder le agarró de la muñeca y la frenó. Ella lo miró lista para pelearse, pero cuando vio que él miraba atónito hacía adelante se quedó sin aliento. Ryder, tiró de ella y empezaron a correr en dirección contraría. Amy, empezaba a sentir un fuerte retortijón en la tripa, y el vértigo se apoderó de ella.
- Oh no, oh no.- susurró. No podía creerse que eso estuviese pasando precisamente en aquel momento, no podía volver a desaparecer, mucho menos ahora. Ryder ya la creía demasiado rara cómo para ser testigo de aquello. Se metieron en un callejón y se escondieron entre las sombras. Ryder, miraba atento hacía la entrada del callejón mientras que Amy intentaba luchar contra el vértigo que la rondaba.
El mundo empezó a difuminarse ante sus ojos y la sensación del tornado brotando de su interior se apoderó de ella.
- Ryder...- logró susurrar antes de desaparecer.


Personajes.