lunes, 29 de abril de 2013

Una propuesta arriesgada. - 6º Capítulo.

"Cuando hacemos una reverencia profunda a alguien, damos siempre la espalda a otro."
                                                                       - Abate Galiani.
Ryder miraba fijamente a Grove, - su instrumento inmortal, una flecha mágica- llevaba ya un rato dándole vueltas al asunto de Amy. Y cada vez estaba más que seguro de que suponía un peligro mortal para su familia. Por más que evitara pensar en ella, no podía. No podía negar que sus brillantes y asustadizos ojos azules se le habían incrustado bajo la piel y que lo consumían a cada segundo. Tenía la sensación de haber visto aquellos ojos antes, pero por más que intentara, no lograba recordar donde. Cansado de tanto darle vueltas a algo sin sentido, se levantó de la cama, dejó a Grove sobre la mesita de estudios a la que nunca solía utilizar y resopló. Todo aquel asunto de tener a una semi humana rondando por los pasillos de su casa lo tenía bastante agobiado. Por el rabillo del ojo pudo vio aparecer un trozo de papel suspendido en el aire, suspiró, cogió la nota entre sus dedos y la miró. La nota estaba escrita con una perfecta caligrafía a tinta.

             " El rey fuego desea verle urgentemente en el tribunal, ven solo.
                   Clave del día: Mysterium, quod salvatum fuerit, erit anima tua conservent "


En cuanto Ryder terminó de leer el pequeño trozo de papel, este se prendió fuego, se hizo ceniza y desapareció. Esto era nuevo, nunca se era convocado ante el tribunal, a menos que hubieses roto una de las doce reglas de oro. Y hasta el momento, Ryder nunca había roto ninguna de ellas. Se pasó la mano por el pelo húmedo, cogió el arco y a Grove y los ajustó a su espalda. Se subió la capucha de la sudadera azul medianoche y encajó el brazalete en su brazo derecho. El brazalete servia para identificarlo como uno de los cazadores del hielo, giró sobre si mismo y se dirigió hacía el pasillo, caminó hasta el final de este, giró a la derecha y entró a la segunda puerta a la izquierda. Cogió una de las tizas que estaban sobre el mueble de mármol, y empezó a dibujar una runa para poder crear un portal hasta Ignis. En cuanto terminó de dibujar la runa, un destello de luz azulada empezó a brotar de cada una de las lineas trazadas hasta convertirse en un portal. Era una gran ventana traslúcida. Ryder observó uno de los familiares pasillos del Castillo Ignis. Las paredes de arcilla rojiza le daban un aspecto del todo tenebroso y siniestro. Suspiró antes de traspasar el portal, un suave hormigueo le recogió todo el cuerpo y eso hizo que se le pusiera la piel de gallina. El pasillo estaba en silencio y los candelabros se encendían  con el resonar de sus pasos. Los guardianes seguían pasivos, mientras que Ryder camina con paso sigiloso hacía el final del pasillo. Las gigantescas armaduras que estaban perfectamente alineadas contra la pared - Los guardianes del fuego- permanecería pasivos siempre y cuando Ryder dijera la clave correcta en el momento exacto, y aunque en aquellas armaduras no habitaran ningún ser, podían descuartizarte en un abrir y cerrar de ojos. Estaban allí para matar a cualquier intruso, o cualquiera que no fuera sin duda alguna un cazador de sangre pura. A medio pasillo Ryder se paró al ver que uno de los primeros guardianes a la izquierda se movía y se interponía en su camino. El guardián levantó su enorme y pesada espada y señaló al pecho de Ryder.
- La clave, cazador.- dijo su voz metálica. Dos puntos de luz proveniente del casco lo miraron fijamente. Parecían dos luciérnaga.
- Mysterium, quod salvatum fuerit, erit anima tua conservent.- Dijo Ryder en tono aburrido, el guardián bajó la espada, y aunque careciera de rostro, Ryder estuvo casi seguro de ver un deje de decepción en su inexistente semblante. El guardián dio un paso hacía atrás y volvió a ocupar su sitio contra la pared, Ryder observó como volvía a su estado solido. Otros cazadores había muerto por no aprender la clave correctamente, pero para Ryder eso no suponía ningún problema. Se había pasado la mayor parte de su vida aprendiendo Latín con su madre. Al fin y al cabo, el latín no era una lengua muerta, al menos no para los cazadores. Se acercó a la pared y metió el puño por un pequeño hueco en este. " Nada mejor qué te extraigan un poco de sangre antes de tener que enfrentarte al rey..." Puso los ojos en blanco mientra una fina aguja le atravesaba la carne. La luz blanquecina del escáner analizó su brazalete. Después de comprobar su sangre y de analizar la autenticidad del brazalete retiró el brazo. De la pared brotó un sordo golpe y empezó a abrirse. Los ladrillos empezaron a desencajarse y encajarse en otros hasta dejar a la vista el enorme vestíbulo del castillo.
La enorme y perfectamente cuidada alfombra rojiza, le dio la bienvenida.  El vestíbulo era tan grande como para ser un salón de baile. El suelo era de cristal y brillantes amapolas flotaban bajo el. Parecían tan frescas y magnificas que seguramente era debido a la magia que rodeaba al castillo.
Unos tacones resonaron por todo el salón. Ryder levantó la vista a tiempo para ver entrar a una chica pelirroja. Ella llevaba un conjunto verde oliva, tacones beige y un ostentoso collar de perlas le adornaba el cuello.
Era una mujer bastante guapa y al instante llamó la atención de Ryder. Quizá no tuviera más de veinticinco, adorables pecas bailaban por sus mejillas y nariz. Sus ojos avellana le daba un aspecto dulce y delicado.
Ryder la dedicó una sonrisa coqueta y ella se sonrojó.
-¿Señor White? sígueme por favor.- No le hacía falta pedírselo dos veces, Ryder estaría dispuesto a seguirla a cualquier parte en aquel exacto momento. Solo tenía que pedírselo...
La chica pelirroja se dio la vuelta y se dirigió por el mismo pasillo por el que había aparecido. Los pasillos al que recorrieron eran del estilo gótico y aunque no entendiera mucho de arquitectura estaba casi seguro que el color rojo sangre de las paredes, no pintaban nada allí.
La chica pelirroja se detuvo delante de unas enormes puertas dobles de marera blanca, en la puerta estaba el emblema de los cazadores de fuego (Un cuervo envuelto en llamas). La chica se giró para mirar a Ryder. Sus dulces mejillas seguían ruborizadas cuando lo miró.
- Él...él vendrá enseguida.- balbuceó. Ryder soltó una carcajada lo que hizo que todos sus músculos se tensaran y marcaran su perfecta musculatura. La chica le sonrió dulcemente, él la miró y la guiñó un ojo antes de abrir las puertas y pasar sin vacilación.
El tribunal consistía en una habitación lo bastante grande para albergar a doscientas personas o más. El suelo era de un cristal azul marino y a diferencia del suelo del recibidor, estos tenían brillantes esferas incrustadas bajo el cristal y parpadeaban constantemente. " El cielo estrellado"- pensó.
Las paredes eran irregulares y parecían estar hechas de una cascada de chocolate en constante movimiento. Había una mesa a cada lado de la habitación e iban de un extremo a otro. Al fondo de la habitación estaba el trono del rey y a ambos lados del trono había dos bancos de piedra natural. Estos bancos los ocupaban los pupilos del rey. Desde que Tenía uso de razón, aquellos bancos siempre habían sido ocupados por los cazadores de fuego y hielo. Nadie solía hablar de los cazadores grises, y según bien recordaba, era debido al hecho de haber traicionado a sus hermanos (fuego y hielo). Aunque nada de eso era verdad, o eso siempre le habían dichos sus padres a él. Los padres de Ryder, confiaban ciegamente en los cazadores grises, y aunque habían sido extinguido hace siglos del circulo, seguían dando de que hablar. Delante del altar había alguien de pie, era un chico rubio, iba vestido con unos pantalones jeans, sueter y botas militares parecidas a las de Ryder. En la espalda llevaba una funda de cuero que protegía su Armizón -Su instrumento inmortal (una espada nacida entre rayos)-. Ryder caminó sigilosamente hacía el altar y se paró justo al lado del otro cazador. Este giró la cabeza para echar un rápido vistazo a Ryder, pero él fingió no darse cuenta.
- Bonita Grove.- dijo el cazador de al lado.- Soy Ralf.
Ryder bajó la mirada hacía él ya que era uno centímetros más bajo que él. Le dedicó una mirada furibunda y el chico rubio se encogió de hombros. El chico abrió la boca para decir algo más, pero una puerta oculta a la derecha se abrió y los dios se giraron para ver a un hombre pelirrojo salir de ella. Era el rey fuego, aparentaba rondar los treinta y pico, pero en realidad era uno de los seres más viejo de entre todas las criaturas del submundo.
- ¡Aquí están mis chicos!.- levantó las manos en señal de bienvenida, se subió al altar y se sentó con bastante elegancia sobre su trono. Echó un rápido vistazo a Ryder y a Ralf y luego aplaudió. Ralf dio un respingo y el rey fuego frunció el ceño, Ryder estuvo tentado a soltar una carcajada pero se aguantó.
- Bien, empecemos.- El rey fuego se puso serio y miró a Ryder.- Os he llamado aquí, por que tengo una misión secreta para los dos...
Hizo una pausa teatral, muy típica del siglo XVI y luego prosiguió.

- La hija de gris, se ha alzado entre nosotros- volvió a hacer un gesto teatral con las manos- y me quiere quitar todo por lo que siempre he luchado.
Fuego hizo una pausa y miró a los muchachos, parecían tan tranquilos y relajados...
- Yo no puedo matarla con mis propias manos ya que eso supondría revelarme contra el creador, pero vosotros amigos mios, vosotros sois apenas unos cazadores... Pronto moriréis de una forma u otra, por lo que despertar la ira del creador contra vosotros simplemente acelerará el proceso, además supondría un gran éxito de vuestra parte salvar la humanidad de esa maldita perra. En cambio yo amigos míos...- Esbozó una maligna sonrisa y se rió entre diente.- Tengo toda una eternidad por vivir.
A Ralf le empezaron a sudar las manos y no podía dejar de moverlas nerviosamente, Ryder seguía mirando al rey sin mostrar ningún titubeo.
- Quiero que vayas a por Amelia Grey y que la matéis. A sangre fría si hace falta. ¡Me da lo mismo! Cómo que la arrojéis a los lobos, la descuarticéis en pedazos. ¡Lo mismo me da!- El rey los miró con exasperación y luego sacudió la cabeza de un lado a otro- ¡La quiero muerta!.- Las llamas bailaban en sus ojos enfurecidos.- Y lo quiero antes de la próxima luna de fuego...
- Pero eso es dentro de dos semanas- susurro Ralf para si mismo.
- Estoy al tanto- dijo el rey con ironía.- ¿Pero eso no supondrá ningún problema verdad?
Fuego se levantó, se cruzó las manos sobre la espalda e hizo el pequeño recorrido hasta situarse delante de Ralf. Ralf tenía una fina capa de sudor en la frente y movía nerviosamente las manos.
 - No- Contestó con voz aguda. Estaba mintiendo Ryder estaba más que claro y Ryder estaba seguro que el rey no seria tan tonto como para creerselo.
-Bien, por que creo haber escogido a los más cualificados para esta misión.
- ¿Debe estar de broma, verdad?- dijo Ryder entre risa.- Basta mirarlo para saber que ni siquiera tiene la más remota idea de lo que se debe hacer...
- Las apariencias engañan señor White, y usted más que cualquiera debería de saber esto.- El rey tenia una irónica sonrisa en los labios y de su diabólica mirada saltaban chispas. Parecía bastante divertido con la situación, era cómo si de algún modo tuviese un as en la manga y Ryder no se daba cuenta. Ralf se aclaró la garganta incomodo y el rey se río.
-  Ya basta de tonterías...-gruño el rey poniéndose serio.- Su ultimo paradero fue Exeter, no tengo mucha información sobre ella... Mujer blanca de metro y sesenta, rubia, ojos azules y con un alto sentido de destrucción...
Los chicos  escucharon con atención mientras el rey les daba todos los datos e información al respecto de Amelia Grey.

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