domingo, 21 de abril de 2013

Desayuno con los White.- 5º Capítulo

               

El gélido aire de invierno soplaba con fuerza, mientras caminaba sobre las agua del atlántico sin  rumbo fijo. Había tenido una visión de un futuro no muy lejano, y eso me asustaba. Pero, qué demonios digo, nada debería atemorizarme, era gris; el rey de las tinieblas y las tempestades nada debería atemorizarme, nada. Y mucho menos el hecho de que tiempos oscuros nos acecharán, habría comentado algo con hielo y fuego, pero todas las visiones indicaban que no debía confiar en ninguno de ellos, muy pronto alguien me traicionaría y, debería estar preparado. Silbé y a los pocos segundos un enorme fénix apareció sobre el ocaso. Dante, era mi fiel compañero, creado con mis propias manos; para mis fines, era el único en quien podía confiar en estos momentos. Se paró a mi lado, y sus enormes alas mordaces se extendieron para darme la bienvenida, en un ágil movimiento me subí a él y sus zarpas jugaron con el agua antes de subí el vuelo hacía el magnifico ocaso. 

Abrí mis ojos algo abrumada, los tenues rayos del sol, se filtraban por la enorme vidriera continua a la cama donde Amy se encontraba acostada. Los recuerdos de la noche anterior le vinieron a la mente. 
- ¿Quieres dejar de hacer eso?.- dijo a Darren en tono irritado. Llevaba mirándola más de media hora y, que Darren no le quitase ojo la hacia sentirse irritable y sentía el impulso de gritarle. Parecía un lunático, ni siquiera parpadeaba.
-¿Hacer el qué?.- Preguntó él en tono aburrido.
- Deja de mirarme de esa forma...- susurró dudando.
- ¿De qué forma?
- Cómo si fuera algo comestible y estuvieras días sin comer...
Darren, soltó una carcajada y eso la hizo sentirse todavía más enfadada, no podía entender que el hecho de que ella se sintiera incomoda le divirtiese tanto. Ella le fulminó con la mirada, pero él no pareció darse cuenta.
- Bonita metáfora- Una sonrisa socarrona se le asomó a las comisuras de los labios e hizo que casi todo el mal humor de Amy se disipara. Casi.- Intentaré no mirarte cómo si fueras algo comestible y, cómo si yo; no estuviera tentado a devorarte en cualquier momento.
Amy sintió como sus mejillas fueron cogiendo color casi violentamente. Bajó la mirada hacía su regazo  y empezó a jugar con sus dedos. Quería odiar a Darren por hacerla parecer una maldita colegiala, pero la verdad es que le era imposible.
- Lo siento, no pretendía que te sintieras incomoda.- resopló, Amy levantó la vista hacia él y sus ojos
 se encontraron.- Es solo que siento... siento que vas a desaparecer en cualquier momento...
- No me voy a ninguna parte.- dijo ella de inmediato, y aunque sus palabras, fueran obra de un acto reflejo, empezaba a tener ganas de no ir a ninguna parte.
- Me encantaría creerte, pero no puedo.
Ella suspiró, se sentía agotada y lo único que le apetecía en aquel momento era dormirse...
- No pienso irme a ninguna parte, al menos no por hoy.
Una suave sonrisa triste por parte de Darren, la hizo querer levantarse y acurrucarse a su lado, pero temió que él no se lo tomara bien, por lo que se obligó a mantenerse en el mismo sitio. Él pareció adivinar sus pensamientos, por lo que se levantó y ocupó un sitio en el sofá junto a ella. Ella lo miró con recelo, sus movimientos ágiles la dejaba fascinada, y eso la hacía sentirse insegura.
 Amy, nunca se había enamorado y, no creía en el amor a primera vista, siempre había creído que el amor se adquiría con los años, y que sintiera ese pequeño retortijón en la tripa la hacía empezar a creer lo contrarío.
Darren, palmeó el sitio vacío que se interponía entre ambos, Amy frunció el ceño sin entender. ¿Era una trampa? ¿En la cual si ella picaba, él se pasaría riéndose de ella, durante toda su vida?
- Ven.- La voz de Darren no albergaba ningún tono burlón, solo cansancio. Ella le abedeció y se sentó a su lado, Darren la envolvió con sus brazos y ella apoyó su cabeza en su hombro, cerró los ojos y sin darse cuenta se había quedado profundamente dormida.
Seguramente Darren la hubiera cargado hasta allí, sintió sus mejillas arder al pensar en Darren cargándola por toda la casa hasta traerla a la habitación. La habitación era de un tamaño razonable, las paredes cómo al resto de la casa, estaban pintadas del color hueso, había un pequeño armario de madera oscura empotrado contra la pared.
 Había un escritorio hecho con la misma madera oscura, un ordenador apagado descansaba encima de este, también había una pila de libros perfectamente ordenados, unos cuantos lapiceros y folios. La silla del escritorio negra estaba alineada perfectamente con la mesa de estudios. Se levantó y se acercó despacio a la vidriera. El paisaje campestre la maravilló. Varios pinos se amontonaban en torno a la casa y a simple vista se parecía a un pequeño bosque. A lo lejos ella pudo distinguir vallas, quizá no estuvieran al fin y al cabo metidos en medio del bosque y si estuvieran en una granja. El cielo despejado la sobrecogió. Este no era precisamente el tiempo que hacía en Presto, y mucho menos en invierno. Suspiró, después de todas las cosas que andaban pasando, no le sorprendería, a estas alturas  estar en cualquier parte del mundo.
Se dio la vuelta, al extremo derecho de la habitación había una segunda puerta, por lo que ella supuso que seria el baño. De pronto su vejiga se contrajo, y sintió unas ganas incontrolables de hacer pis. Empezó  a caminar a hacía allí, con paso desesperado, giró el pomo de la puerta y la abrió sin vacilación, pero no pasó de la puerta. Darren se estaba duchando, el agua resbalaba por su cuerpo como si hiciera parte de él. Amy miró embobada como el jabón caía por su cuerpo antes de llegar al suelo de cerámica de la ducha. Oh, dios mio... Estaba incluso más bueno de lo que se imaginaba.
De pronto la idea de que la pillara espiándole mientras se duchaba no le parecía muy tentadora. Cerró la puerta con tanta precaución que le fue posible. Le temblaban las rodillas y su corazón latía desbocado, se tambaleó hasta la cama y luego se dejó caer sobre ella. Tenía la misma sensación de vértigo que había tenido el día anterior antes de desaparecer, cerró los ojos con fuerza y respiró hondo. Tenía que tranquilizarse, o a saber donde se iría a parar esta vez...
Sintió un suave hormigueo en las puntas de los dedos. No era una sensación molesta, era más bien  un pequeño cosquilleo.
Amy, abrió los ojos muy despacio. Una pequeña bola de fuego bailaba en la palma de su mano. Ella se sentó sobre la cama y miró absorta a su mano.
Sacudió la mano, pero, eso solo hizo que la bola duplicara su tamaño. La llama rojiza se convirtió en una bola de fuego azul, y poco a poco a la bola azul se extinguió para convertirse en una gran bola de hielo. Dentro de la bola cristalina había una pequeña nube gris cargada de truenos.
Amy, sintió un suave calambre en la palma de la mano.  Empezó a sentir la humedad escurrirse por su piel. Poco a poco el hielo se iba derritiendo, pero los destellos de los relámpagos chocaban con más frecuencia contra las paredes congeladas de la pequeña bola de hielo cristalina. Parecía  una gran tormenta...
La puerta del baño se abrió e inmediatamente, la bola se evaporó, reteniendo todo su liquido bajo su piel blanquecina.
Ella miraba su mano algo conmovida. «¿Cómo demonios hice eso?»- pensó.
 Fuese como fuera había sido la cosa más alucinante que hubiera visto nunca...
Darren la observó durante unos segundos antes de acercarse a ver qué pasaba.
Al comprobar que no le pasaba nada en la mano resopló.
- Como sigas así, no me extrañaría que te metieran en un manicomio.- dijo él, burlándose de ella.
Amy alzó la vista bruscamente como si acabar de percatarse de su presencia. Darren, tenía apenas una toalla en vuelta de la cintura y la miraba pícaramente. Amy desvío la vista hacía otra parte, temiendo que sus ojos delataran sus actos espiatorios. Se levantó de la cama y se dirigió al baño sin echarle ni una sola mirada.
- Buenos días para ti, también.- dijo él, poniendo los ojos en blanco.

                                                           ***

Después de asearse, Amy siguió a Darren hacía el comedor.
Los pasillos a diferencia del resto de la casa era del estilo victoriano, con sus paredes amarillas y el suelo era como la tabla del ajedrez, negro y blanco. Había una alfombra anaranjada que iba de punta a punta. Los candelabros que los iluminaban, estaban suspendidos en el aire e iban iluminando a medida que pasaban. Todo en aquella casa sonaba misteriosa y llena de secretos o eso le parecía Amy. Doblaron a la izquierda y siguieron por otro pasillo idéntico al anterior. Al final del pasillo había una escalera de caracol, por la cual bajaron. Luego siguieron por otro pasillo hasta dar a las enormes escaleras del salón. Esa parte Amy ya la conocía y se sintió aliviada de ver algo al que ya conociera.
En la cocina-comedor estaban Shawn, Bella y Ryder. Shawn le dedicó una sonrisa afable al verla, Bella le dedicó una mirada a la cual no pudo descifrar y Ryder la ignoró.
- Siéntate.- dijo Darren haciendo un gesto hacía la mesa. Amy se sentó al lado de Shawn, quien a diferencia de los demás era el único que parecía complacido con su presencia.
-¿Has dormido bien?- Dijo Shawn en su cabeza. Ella le miró y asintió. Todavía no se acostumbraba a escucharle en su cabeza sin verlo mover los labios, pero en cierto modo era reconfortante. Ryder levantó la vista y la miró por una fracción de segundos, luego negó con la cabeza, se levantó y abandonó la estancia.
A diferencia de la noche anterior, hoy iba con una camiseta azul medianoche, unos pantalones negros y sus  botas militares. Amy contempló la puerta de la cocina durante un rato y se sintió decepcionada. ¿Por qué se portaba tan reacio con ella? ¿Qué le había hecho para que no pudiera ni siquiera estar en la misma habitación que ella por media hora? -No te rompas la sesos Amy, no es tu culpa que sea tan memo. Simplemente no le gustan los humanos, y que de alguna forma tengas ese gen no le sienta bien, esperaba que fueras... bueno... más como nosotros...
-¿Vosotros?.- Susurró ella sin comprender. Él asintió, obviamente sabía que ni ella, ni nadie de aquella habitación sabía bien lo que era, pero Shawn tenía algunas hipótesis... Bastante convincentes la verdad..
Darren, puso delante de ella un plato con gofres. Ella frunció el ceño, no solía comer tantas calorías en pleno desayuno, pero tenía tan buena pinta... Se echó un poco de sirope de chocolate encima y se lo empezó a comer. Bella, se echó zumo de arandanos en un vaso y se lo bebió sorbo a sorbo. Se resignó al silencio y se sentó en la mesa delante de Amy.
-¿Vas a ir al instituto vestida así?.- preguntó arrugando la frente.
Amy se miró la blusa color crema y se mordió el labio, estaba manchada de barro, ¿pero qué otra cosa se podía poner?
- Bella...- Le advirtió Shawn en tono brusco, ella puso los ojos en blanco y siguió mirando fijamente a Amy.
- No es que tenga muchas opciones, la verdad...- Empezó decir Amy y Bella se rió. Ese sonido envió fuertes descargas por todo su cuerpo. La risa de Bella hizo que toda la tensión de cuerpo se evaporara. Sonrió de lado. Darren las miró con el ceño fruncido y resopló. " Tias..."- pensó.
Bella recuperó la compostura y se hecho la oscura melena hacía atrás. Miró a Amy con una sonrisa en los labios y chasqueó los dedos.
-¿Te parece bien esta?.- preguntó. Amy la miró sin entender.
- Mira tu camiseta.- Le aconsejó Shawn, ella le hizo caso y se quedó algo sorprendida al ver que su camiseta color crema fuese remplazada por una camiseta de seda azul celeste. Levantó la vista y vio a una Bella muy orgullosa de sus actos. Eso era extraño... Desde que la había conocido no había visto nada más, que alguien algo hostil...
Le sonrió agradecida.
- Gracias
- No hay de qué, pero no lo hice por ti.- Sonrió de oreja a oreja.- No pienso dejar que una ni nueva compi vaya por ahí vestida como una loca... Hablando de loca, ¿Que hacemos con ese pelo?
- Eh, eh.- dijo Amy llevándose la mano al pelo.- ¿Qué pasa con mi pelo?
Parecía realmente alarmada, Darren y Shawn se empezaron a reír y ella se relajó. Empezaba a creer que las novatadas iban a hacerse parte de su vida de ahora en adelante.

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