martes, 9 de abril de 2013

Persecución - 3º Capítulo.

             " Tengo la confianza de andar por las sombras sin perderme. Pero si te llevo conmigo,                                          tengo miedo a que no regresemos."
                                            -Amanda J.  Queiroz
 
                             24 horas antes.

Alan echaba un último vistazo a la casa donde había crecido. Todos le esperaban en el porche. Kyle, el mano derecha del jefe los habían asignado, -por fin- a la misión que había estado esperando durante toda su vida. Lo habían educado y entrenado justo para esto y ahora que se encontraba a tan solo unas cuantas horas del punto de mira se sentía algo nervioso. Algo que era totalmente inusual en él, Alan era el cabecilla de los D'one y, siempre había estado seguro de si mismo. Como capitán, su deber era mantener sus emociones controladas y aguantar la compostura en todo momento. Alan se acercó a la barandilla y miró el enorme salón, todos los muebles estaban tapados con sabanas blancas, era más que evidente que abandonarían la casa. Él se cruzó de brazo y se permitió contemplar la casa durante unos pocos segundos más.
El suave ruido de pasos acercándose, le advirtió de que ya no estaba sólo. La silueta de Lion, apareció desde las sombras, se acercó hasta él y lo miró durante unos segundos. Lion, era el miembro más reciente del grupo D'one y eso lo hacía especial. Ningún otro grupo de los cazadores grises había nunca incorporado a un humano en sus grupo, Alan había sido el único que lo había hecho, y el por qué hasta él mismo lo desconocía. Aunque, Lion no fuera un cazador de sangre pura, era muy útil a veces, pero en otras era un gran dolor de culo. Los demás miembros, al principio se mostraron recelosos ante tal idea, pero tuvieron que aguantar sus superioridades, porque pronto se había convertido en el pupilo de Alan, por lo que nadie dudó en enseñarle y entrenarle como a cualquier otro cazador.
-También la voy a echar de menos.- dijo Lion, adivinando lo que le rondaba por la cabeza.
Alan permaneció en silencio, varios recuerdos le vinieron a la cabeza. La primera vez que había entrado en la casa D’ One  tenía apenas seis años, sus padres acababan de fallecer en un grave accidente de coche, y su tia-abuela se había hecho cargo de él. Al principio, Alan, había odiado tener que vivir con su tia-abuela "Miss-me-importa-un-rabano-que-no-te-gusten-las-verduras...", pero, con el tiempo le fue cogiendo cariño. Al poco tiempo se había dado cuenta de que su tia-abuela, sólo era una persona solitaria, que necesitaba un poco de compañía. Ella a veces, era tan dulce como la miel, otra era tan fría como el hielo, pero de algún modo u otro eso a, Alan, no le importan. Recordó la navidad del año en que cumplía doce años donde la tia-abuela le había regalado, El Pirzak.  El Pirzak era el segundo instrumento inmortal hecho por el conde Wallace White, y aunque a simple vista pareciera sólo una chatarra, era un arma muy valiosa y letal.
Alan, hizo un brusco movimiento de cabeza para que se, disiparan los recuerdos. Miró a Lion, quien se había apoyado contra la columna. Se le veía muy calmado y eso que era él, el que siempre estaba eufórico por las misiones. Alan, frunció el ceño y suspiró, estaba claro que no era para tanto, y que él, se estaba preocupándose de más. Bueno, al fin y al cabo, no todos los días tienes como misión proteger a la hija del poderoso Gris.

                                                           Actualmente. 

Amy, sujetaba la cámara con manos temblorosas, Rayne y ella, habían decidido comer fuera en el patio, ya que ella necesitaba aire para asimilar lo que había pasado la noche anterior.
Al principio, Amy, pensó que todo se trataba de un mal sueño, y que pondría despertarse en cualquier momento, pero a tercera hora cuando se aburría como una ostra, vio pasar delante de sus propios ojos toda la hora en apenas un minuto, y se quedo petrificada. Esto la superaba en todos los sentidos, y, empezaba a creer de verdad, que se había vuelto loca.
- ¿Por qué no te relajas un poco?- dijo Rayne al ver que no dejaba de caminar de un lado a otro.
« Todo es un sueño, todo es un sueño...» - se decía una y otra vez a si misma. Todo debería de ser un sueño...
 -¿Pondrías estar quieta y dejar de repetí la misma frase cada dos por tres?- Obviamente, Amy, no había dicho ni una sola palabra en voz alta, pero eso no impedía que Rayne, la escuchara con toda claridad en su cabeza.
-¿Qué?- dijo Amy alarmada.
- Me estas mareando, ¿No has parado a pensar que quizá no sea ningún fruto de tu imaginación?- Amy  quedó un momento contemplando a su mejor amiga. « ¿Cómo hace para enterarse siempre de todo?» - pensó Amy, dejándose caer en uno de los escalones a su lado. Miró al cielo, aunque no lloviera, el cielo seguía tan encapotado como de costumbre. Amy encendió la cámara por duodécima vez, ajustó el zoom, hizo una pequeña prueba para ver cual sería la mejor posición para la foto perfecta, desde el pequeño aparato por el que Amy miraba pudo contemplar un perfecto angulo. Apretó el botón superior y se escuchó un pequeño click.
- Debes tener cuidado, Amy...- la miró fijamente y entonces Amy tuvo la sensación de que Rayne, lo decía muy en serio.- todos los ojos están puestos en ti.
Amy no entendía lo que quería Rayne decir con eso, por lo que siguió en silencio.
- Sé que  te sientes asustada e incluso aflingida, y que esta situación no tiene ni pies ni cabeza, pero debes ir con cuidado... y sobre todo o confiar en nadie.
 Su tono maternal, le hizo acordarse a su madre, seguramente mamá se fuera esta noche a casa y pondría disfrutar un poco de paz mental, mamá siempre la hacia sentirse mejor y, sobre todo protegida.
Amy, se acercó más a Rayne, y  le abrazo. Desde luego que Rayne, estaba acostumbrada a las muestras de cariño repentino de Amy, pero, a lo que nunca se acostumbraría era a las oleadas de calor que Amy, la proporcionaba con cada pensamiento dócil.
Rayne, nunca había tenido la capacidad de sentir nada, pero desde que fue enviada por el creador para cuidarla, Rayne había sentido pequeñas olas de calor o frío dependiendo del estado de animo de Amy. Rayne, era el ángel de la guarda de Amy, y la había salvado en varias situaciones, y aunque Amy no era consciente de ello, pero las evidencias se resumían en el hecho de que ella siguiera viva.  La noche pasada Rayne, se había mostrado muy preocupada durante todo el momento del ataque sorpresa de Míster Vampiro,  estaba muy dudosa de que el cazador llegaría a tiempo para salvarla, y aunque la situación la había desesperado por unos largos segundos, no podía hacer nada - esta vez - para salvar. Podía ser su ángel de la guarda, pero no debía meterse en su destino....
El inconfundible sonido del timbre las advirtió de que era hora de volver a clase.

                                         ***

Aunque se encontrasen a diez metro de distancia, Darren, pudo distinguir la rubia cabellera de Amy, perfectamente. Iba acompañada de una chica alta, morena y delgada,  la chica instintivamente miró en su dirección y repentinamente, había sentido un escalofrío de la cabeza a los pies. Darren no se dejó intimidar, al ojo humano, era imposible ser visto, al menos desde aquella distancia. Había decidido que no seria necesario ponerse runas ya que aquello, no era precisamente una misión,
¿o si?.
 Amy se despidió de la chica que la acompañaba y empezó a caminar hacía el centro de la ciudad. Darren, no tuvo que pensar dos veces para saber donde se dirigía.
 En cuanto Darren se movió el tipo al otro lado de la acera también lo hizo, ese tipo llevaba ahí desde que Darren había conseguido rastrear el paradero de Amy. Naturalmente habría vuelto a su casa y la habría esperado hasta que le hubiera honrado con su presencia, pero la noche anterior, Darren, se había dado cuenta de algo que no habría podido interpretar, hasta esta mañana, después de una larga ducha.
 La noche pasada, mientras Darren, seguía en presencia de Amy, Luminux no había dejado de parpadear como si estuviera a punto de explotar. Estaba sorprendido, ya que nunca había hecho algo semejante, hasta ahí no había ninguna sospecha, pero, en cuanto Amy, traspasó la puerta de su casa, Luminux había vuelto al normal. Al principio Darrren, se había imaginado que solo se trataba de una grieta temporal en el arma. Pero en cuanto el chorro de agua le mojó la cabeza y pudo pensar con claridad vio que nada de eso era cierto. Entonces, se ahorro todo ese rollo de allanamiento de morada, cogió a Luminux firmemente entre su mano derecha y pensó en Amy, al principio no sucedió nada, pero en cuanto parpadeó se encontraba delante del instituto San Agustín II de Preston. No podía se una simple coincidencia que minutos después Amy saliera por las enormes puertas de este.
 Darren se paró en seco y siguió con la mirada al tipo de la otra acera. Era humano esto estaba claro, pego llevaba el anillo de los cazadores Grises. Darren frunció el ceño, ¿cómo era posible que un humano tuviera ese anillo a su alcance?. No lo sabia, y aunque tenía intención de averiguarlo, no seria en es preciso momento. Miró a su alrededor y al que nadie podía verlo, sacó a Luminux en un abrir y cerrar de ojos de su cinturón, cerró los ojos y un intenso humo color azul le hizo desaparecer.

                                       ***
 Otra vez la sensación de estar siendo observada le puso la piel de gallina. Esta vez Amy, decidió hacer caso omiso a sus intuiciones, si quizá ignorase todo lo que estaba pasando pronto todo volvería a ser normal. Y pronto ella descubriría que algo así no se puede ignorar...

Las primeras gotas de lluvias cayeron sobre su cabeza. Amy dio un respingo y apresuró el paso, con todas las prisa de esta mañana no había tenido tiempo de coger el paraguas... Las calles estaban alborotadas, a esta hora la gente volvía a casa y era casi imposible llegar hasta el café sin antes empaparse por completo.  En cuanto giró en la cuarta manzana vio el enorme logotipo de Maclaren's. Nada más entrar Cameron, uno de los camareros la saludó con la mano. Ella se apresuró a ocupar su sitio de siempre, que cómo era de costumbre estaba vacío. Era una gran ventaja que su abuelo fuera dueño del café, de lo contrario se pensaría dos veces antes de venir aquí casi todos los días, además a Amy siempre se le había dado mejor, estudiar alrededor de mucho ruido.
Amy depositó su bolso sobre el asiento de cuero y empezó a buscar un coletero, tenia el pelo empapado y no le entusiasmaba mucho tener que estudiar con un mechó mojado sobre la cara. Amy, encontró la coleta, sacó el libro de Historia moderna y sus apuntes. Nada más levantar la cabeza, Amy, se encontró con unos penetrantes par de ojos verdes puesto en ella. Amy dio un respingo al ver que Darren la contemplaba, de todas formas, ¿cómo es qué no se había dado cuenta de que estaba ahí?
-¿Me éstas siguiendo?- fue lo primero que se le vino a la cabeza, Darren se limitó a mirarla, Amy no sabia como, pero tenia la extraña sensación de que, Darren saltaría a cualquier momento sobre la mesa y le retorcería el pescuezo. Y no era solo por la violenta mirada que la perforaba, y si porque tenia todo el cuerpo en tensión...
-¿ Se puede saber qué demonios tienes en la cabeza?- soltó Darren de pronto entre dientes, era obvio que se estaba esforzando por no grita.
-¿ Qué?- preguntó Amy sin comprender, por una milésima de segundos ella, había perdido completamente el sentido común, siguió todos los movimientos de los labios de Darren, pero no había logrado escuchar nada.
Ella sintió una extraña sensación en las entrañas, como una especie de cosquilleo, era una deliciosa sensación, pero también era del todo terrorífica.  Darren, había apretado los labios, y su miraba le hacia a Amy, sentirse cada vez más incomoda.
- Eres la persona más irresponsable, insensata e imprudente...- Amy se permitió deslizar la mirada por los perfectos pómulos de este, aunque Amy había visto como, todos los músculos de su cara se movían y se contraían, no había sido capaz de escuchar nada, era como tener la cabeza metida bajo agua, no lograba escuchar nada de lo que Darren, decía, tampoco es que hiciera esfuerzos por atenderle.  De lo primero que Amy, se había dado cuenta fue; de que la noche anterior, no había tenido la oportunidad de  observarlo con más detenimiento y ahora que lo hacia, podía distinguir perfectamente sus ojos verdes, que por cierto la miraban con toda la irritación del mundo, pero eso no le importó, siguió inspeccionando a Darren con el mayor descaro, su pelo rubio ceniza, la sacó una pequeña sonrisa, Darren había dejado de hablar y la miraba con un extraño fulgor, estaba segura de que todas las chicas se quedaban boquiabiertas al mirarlo, y que incluso pondría parecer una completa imbécil, por mirarlo de aquel modo, pero no pudo evitarlo. Darren volvió a decir una serie de palabras, y Amy, intentó leerle el labio y si no estaba equivocada sonaba como: mocosa insensata, en que demonios...
 Darren siguió gesticulando, miro al alrededor y luego volvió a mirar a Amy, esta vez ya no pudo soportarlo más y dio un fuerte golpe abre la mesa, Amy, salió de su estupor en un abrir y cerrar de ojos. Ella pudo sentir como sus mejillas iban cogiendo color violentamente.
Darren, guardó silencio mirándola fríamente, Amy miro a su alrededor avergonzada pero se quedo de piedra al ver que tiempo se había congelado otra vez, rápidamente volvió a mirar a Darren quien le había seguido con la mirada y luego le devolvió una impenetrable mirada con un deje de sorpresa.
-Pero...- logró balbucear Amy. « ¿Cómo es que sigues aquí?» - pensó Amy,asustada. Que el tiempo volviese a congelarse no le sorprendía tanto cuanto ver a Darren moviéndose mientras todo estaba... bueno...parado.
-¿ Qué...- dijo Darren todavía más confundido.-como?
-Yo...-empezó decir Amy, pero Darren, ya se había levantado y había empezado a recoger sus cosas que estaban sobre la mesa.
- Vas a venir conmigo ahora mismo.- susurró él cogiéndole bruscamente del brazo, Amy, estaba tan aturdida que ni siquiera se había dado cuenta de lo que estaba pasando hasta que estaban cerca de la puerta, se retorció e intentó librarse, pero Darren sujetó con mas fuerza.
- ¡No pienso ir a ningún lugar contigo!- gritó Amy intentando zafarse de sus garras.- ¡Suéltame!
 Darren se paró en seco y la miró, parecía realmente asustada, el suspiró y la soltó. En cuanto él la soltó, ella dio un traspié y se cayó de culo sobre el suelo de madera. Intercambiaron una insignificante mirada antes de que Amy se evaporarse ante sus propios ojos.

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