jueves, 13 de junio de 2013

No me digas que no. - 16º Capítulo.

Rayne miró fijamente a Grey que no dejaba de caminar de un lado a otro.
- Me mareas.- dijo ella suspirando.
- Lo siento, pero si estoy demasiado preocupado.
- ¿Crees que no lo sé? tu voz zumba en mi mente una y otra vez.
- Lo siento.
- Deja de decir lo siento o lo próximo que sentirás es mi...
- Vale, vale.- dijo él con exasperación.
Se paró, puso los brazos en jarra y miró a Rayne de arriba abajo.
- ¿De dónde vienes?
- Axon, he ido hablar con Blake, pero no coopera, no hablará conmigo hasta que vea a Daniel.
- Pues ya sabes que pasará.
- Sí, que lo voy a torturar hasta que me diga que sabe.- Dijo ella poniéndose de pie e intentando recuperar la compostura.
- No puedes torturar a un mago y lo sabes. - dijo él en tono serio.
-¿Quien lo dice?
- Yo, yo lo digo.- Dijo en tono cortante. Ella suspiró y volvió a caer sobre el sillón de cuero gris.- Mira    mea albente caelo, no puedes ir por ahí amenazando a mis mejores aliados.
- Si fuera tu aliado me diría lo que quiero saber.- contraatacó ella entre diente.
- Aver... mea albente caelo, es mi aliado no el tuyo, así que hazme el favor y deja de interrogarle, si él te dijo que no hablará sin Daniel presente, no lo hará y punto.
- Quizá disfrutes de tu mea albente caelo, buscando una solución tú solito para todo estos problemas ¿qué te parece?- dijo ella fulminandole con la mirada y señalandole con el dedo indice.
Él jadeó al sentir el fuego extediendose por sus venas.
- Los chantajes no funcionan conmigo, Rayne Grey, ¿así que por qué no nos haces el favor a los dos y me dejas en paz de una maldita vez?
- ¡Con mucho gusto, señor Grey!
Ella se levantó con brusquedad, caminó hacía la puerta sin dejar de fulminarlo con la mirada, salió y dio un portazo.
- Si alguien me hubiera dicho hace siglos atrás, que el matrimonio con un ángel seria tan difícil jamás me habría casado con uno.- gruñó él.
- Te he oído, Grey.- la voz enojada de Rayne en su cabeza le envió un escalofrío por todo el cuerpo.

                                             
                                                           ***

- ¿Chino?¿Enserio?.- preguntó Bella por tercera vez.
- Sí, chino.- respondió Amy otra vez.
- Pero la comida china es...
- Bella, tengo unas ganas increíbles de torturar a alguien y me estás dando todos los motivos para que esa persona seas tú.- la interrumpió Ryder.
Ella entrecerró los ojos y le sacó la lengua.
Shawn seguía en la biblioteca.
Ellos se habían ido poco después de que Shawn le vendara las horribles quemaduras provocada por la sangre de hada y ahora se encontraban en el salón intentando que Bella razonara sobre la comida China. Darren todavía no había llegado de donde fuera que estuviera, así que le tocaba a Ryder encargarse de ser el malo. Amy se encontraba sentada en el suelo justo a su lado y su hermana estaba sentada en el sillón de enfrente.
- ¿Por qué no comida japonesa?- preguntó Bella animada.
- ¿Cual es la diferencia, Annabella?- preguntó Ryder en tono cansado.
- Que no es china...
-¿Por qué no dejamos ese asunto y hacemos la cena nosotros mismo?- Preguntó Amy con la vana esperanza de que dejaran de pelearse entre ellos.
 En cuanto lo dijo los dos estallaron en risa. Amy cerró los ojos y respiró hondo.
Estos dos ya había expirado toda su paciencia, por lo que optó por utilizar el chantaje emocional.
- ¿Sabéis qué?- dijo entre dientes poniéndose de pie.- Me importa un comino si es China, Tailandesa, Marroquí, Japonesa, Árabe o brasileña  ¡ME IMPORTA UN PITO!- Bella y Ryder se quedaron mudos al instante.- quería hacer algo normal con mi "familia", pero si queréis ponérmelo difícil, muy bien, adelante, pero yo me largo de aquí.
Les dio la espalda y empezó a caminar hacía la puerta de la entrada. Ryder se levantó de un salto.
-¿Dónde crees que vas?- preguntó siguiéndola.
- ¿Yo?- dijo ella presionando el dedo indice en el panel de control de la casa.- me voy al barrio chino, a por "mi" comida.
Les dedicó una mirada furiosa a los dos, abrió la puerta y la cerró de un portazo.
-¡Maldita sea el día que conocí a los Grey!- gruñó Ryder cogiendo la chaqueta de la percha y yendo detrás de ella.

Las calles estaban alborotadas aun así no fue difícil distinguir la rubia cabellera de Amy. Apresuró el paso para alcanzarla, estaba a escasos pasos de ella cuando alguien le sujetó del brazo.
Apartó el brazo con un brusco movimiento al ver de quien se trataba.
- Ralf.- dijo Ryder indagandole con la mirada.
Ralf le sonrió.
- White ¿Qué haces por aquí?
- Pues veras... ¿Desde cuando necesito un motivo para estar dónde me plazca?- preguntó Ryder intentando controlar la ira de su voz.
- Tranquilo...- dijo Ralf alzando las manos.- es solo que me extraña verte por aquí...
- ¿ Qué pasa? ¿ahora tengo que concertar cita contigo toda vez que me apetezca comida china o qué?
- No, es solo que...
- ¿Es solo que qué?- preguntó Ryder enfadado.
- ¿Sabes algo sobre Amelia?
La expresión del rostro Ryder  se apaciguó durante un momento.
- Sí, la verdad es que sí.- Ryder sonrió de oreja a oreja.- Dice que te de esto.
Ryder le propinó un puñetazo en la nariz, se giró y empezó a caminar en la dirección donde Amy había desaparecido.
Vio a Amy salir de uno de los restaurante llena de bolsas de plástica, ella le vio y frunció el ceño.
- Ya decía yo que la niñera estaba tardando en venir a echar un vistazo.- bromeó Amy cuando él estuvo lo suficientemente cerca para oírla.
- ¿Alguien te ha dicho lo graciosa que eres?- preguntó él con ironía.
- Déjame pensar...- se rascó la barbilla imitándole cuando está pensativo.- bueno con tú ya son... uno.
- Ja Ja.- enfatizó él.- Larguémonos de aquí antes que tenga serios motivos para mantenerte encerrada en casa durante... digamos... toda tu vida.
Ella puso los ojos en blanco, le entregó las bolsa con comida que había pedido y empezó a caminar hacía uno de los callejones más próximos.

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