martes, 9 de julio de 2013

Vigila tu espalda. - 18° Capítulo.


                       "Y cuando el fin se acerca, la muerte acecha." 
                                         - Amanda J. Queiroz.

Me desperté cubierta de sudor, había tenido una pesadilla y al no sentir el cuerpo de Ryder contra mi, me asusté. Di la vuelta y me encontré con una cama vacía, suspiré. Cogí la bata, me levanté con torpeza y me dirigí al baño. Estaba temblando de la cabeza a los pies y estaba a punto de tener una crisis nerviosa. Abrí el grifo y me mojé la cara con agua helada. Respiré hondo varias veces. Desde que Ryder dormía conmigo no había tenido pesadillas ni una sola vez, y lo peor de todo no es que se hubiera ido en medio de la noche y si, que el sueño parecieran tan real.
Volví a mojarme la cara una y otra vez. Cuando por fin ya me sentí más calmada me sequé la cara y me miré al espejo. Mi pelo rubio estaba hecho un desastre, y mis ojos azules estaban rojos e hinchados, ¡que horror!.
Alguien se posicionó detrás de mi, miré su reflejo en el espejo, su expresión era pasiva, pero, sus ojos castaños estaban turbado por un remordimiento sobrecogedor. Cuanto más me miraba, más me sentía vulnerable. ¿Cómo demonios había entrado en la casa?. Estuve ahí durante un largo rato mirándole través de nuestros reflejos en el espejo, todo parecía tan irreal...
-¿Qué haces aquí, Steven?.-pregunté dándome la vuelta muy lentamente. 
Cuando por fin alcé mi mirada hacía él, me quedé de piedra. No era Steven quien estaba ahí plantado frente mía, y si Ryder. ¿Qué demonios?
- Hola, muñeca.- dijo él con una sinuosa sonrisa.
Un fuerte escalofrío me impulsó hacía atrás, se me cortó el aire mientras veía a Ryder cambiarse de forma hasta convertirse en un Steven con una sonrisa asesina en los labios.

                                                          ***

- ¡Amy, Amy!, nena, ¡despierta, por favor!.- la voz de Ryder sonaba apagada, cómo si estuviera a varios kilómetros de distancia. Amy buscó concentrarse en su voz, sólo en su voz pero, el miedo que le pesaba sobre el pecho le impedía respirar.- Respira, vamos, despacio...
Y así lo hizo, siguió las demandas de su voz, y poco a poco el peso de su pecho se fue haciendo menor, y menor... Hasta el punto de no existir. El vinculo que había establecido con Ryder hace unos días atrás los había hecho un sólo. Era cómo si pudieran saber lo que está pasando al otro sin ni al menos estar en la misma habitación, compartían los miedos sin mirasen, el amor sin tocarse y el deseo que uno provocaba al otro cómo algo inevitable. El vinculo que se establecían entre los cazadores de sangre pura, solo se podían romper con la muerte del otro, y por eso se llamaba vinculo eterno. Para los humanos pondrían parecer al matrimonio, pero ese no se rompía con el divorcio, este vinculo era más fuerte, las sensaciones eran más profundas, más intensa y mucho más verdaderas. Los dos se veían reflejados el uno en el otro, estaban conectados por una fina y potente linea invisible.
Amy, abrió los ojos y respiró grandes bocanadas de aire. La cara de Ryder estaba encima de la suya y sus ojos grisáceos la miraban con gran preocupación.
- Sentí que te perdía...- dijo con un amago de voz.- de hecho... casi te pierdo...
Se le quebró la voz, Amy se sentó rápidamente ahorcajadas y lo abrazó.
Podía sentir su miedo cómo si fuera el suyo, su temor era exasperante... eso era tan nuevo para ella.
- Lo siento... lo siento mucho... yo..- se le hizo un nudo en la garganta, sollozó.
Ryder la apretó más entre sus brazos. Debía controlar más sus emociones, sabía cuan sensible era ella y hacer que sintiera su miedo, le destrozaba un poco a cada segundo.
- No tienes que disculparte, no fue tu culpa...- le besó el pelo y la meció entre sus brazos.- Sólo no me dejes, ¿vale?
Ella levantó el rostro de su pecho y lo miró, él también había estado llorando. Intentó sonreír, pero sólo le salió una mueca.
- Ni aún que lo quisiera - le dio un casto beso en los labios y luego volvió a enterrar su cara en el pecho desnudo de él.
Deberían aprender a controlar sus emociones o eso los destruiría a los dos. Para siempre.

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